Milenio Hidalgo

Falso dilema para hacer equipo

Se requiere un gobierno de expertos íntegros, no de aprendices con aureola de honrados.

- CARLOS MARÍN

A ndrés Manuel López Obrador dijo ayer: “No hemos declarado la guerra a nadie, solo a la corrupción y a la impunidad”.

Reiterativ­o en que tales flagelos marcaron a los gobiernos “neoliberal­es”, solo del primero consta el combate frontal mediante políticas de austeridad, ahorro y compras consolidad­as.

Del segundo hay frágiles indicios: contra Emilio Lozoya porque dizque recibió sobornos de Odebrecht, y la ex secretaria de Sedesol y Sedatu, Rosario Robles (nadie más, pese a que la llamada “estafa maestra” implica a varias decenas de presumible­s “corruptos”, entre éstos rectores de universida­des públicas, y otros ex secretario­s y ex directores de dependenci­as federales).

Si fuera cierto que en la abortada construcci­ón del aeropuerto en Texcoco hubo “corrupción” (negada por el secretario de Comunicaci­ones de la 4T), ningún ex funcionari­o ni contratist­a relacionad­o con aquel proyecto ha sido tocado con el pétalo de alguna diligencia ministeria­l, y las mismas empresas (que fueron debidament­e compensada­s) han sido invitadas a participar en otras importante­s obras públicas.

Impunes por cierto, asimismo, continuarí­an altos mandos del Ejército y la Marina Armada que, según repitió ayer, ordenaron asesinatos en masa. Terminaron ya, sostuvo en su mensaje de primer año en la Presidenci­a, “los tiempos aciagos de la corrupción, los contratos leoninos, la condonació­n de impuestos, los fraudes electorale­s, el abandono a los jóvenes, el racismo, el desprecio a los pobres y del mátalos en caliente”. Omitiendo que fue a ruego del entonces gobernador de Michoacán, hoy su jefe de asesores, Lázaro Cárdenas Batel, que Felipe Calderón puso a los militares a perseguir delincuent­es, afirmó que en su gobierno se “ordenó ajusticiam­ientos, masacres y exterminio. Se les decía a los oficiales: ‘ustedes acábenlos y nosotros nos encargamos de los derechos humanos’”. Las Fuerzas Armadas, prometió, “no volverán a ejecutar órdenes ilegales e inhumanas”.

Impunidad campante: su dicho entraña crímenes imprescrip­tibles de lesa humanidad y los presuntos culpables (igual que la oficialida­d nazi al término de la Segunda Guerra Mundial) debieran ser llevados a la cárcel.

Como sea, el énfasis que el Presidente imprime a terminar con la corrupción explica su marcado empeño por colocar gente honrada en los puestos que más le interesan (“honestidad valiente” fue su lema de muchos años), y de su repulsión al enriquecim­iento a costa del erario no hay un solo dato que permita dudar de ésta, su más acendrada convicción.

De ahí su traspié del jueves reciente, en la mañanera, que explica una de las deficienci­as más notables de su equipo de mayor confianza, dijo que valora “90 por ciento honestidad, 10 por ciento experienci­a”. Y se ufanó: “¿Cómo la ven?”.

Con la pena pero mal: siempre será mejor un cirujano “corrupto” pero experiment­ado que un aprendiz “honrado…”.

Impunidad campante: su dicho entraña crímenes imprescrip­tibles de lesa humanidad

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