Todas las democracias son mortales
La semana pasada estuvo en México Steven Levitsky, coautor, con Daniel Ziblatt, de un libro clave para nuestros días, tan exitoso como oportuno: ¿Cómo mueren las democracias ?( A riel 2018).
Levitsky fue invitado por la Fundación de El Colegio de México, en el marco de la Cátedra Mario Ojeda, a impartir dos conferencias en la ciudad. Acudía la primera, centrada en las debilidades y los riesgos de la democracia estadunidense en la época deTrump, pero llena de resonancias sobre las debilidades y los riesgos de la democraciaen el mundo y, desde luego, en México.
Hasta hace poco había entre los estudios os del apolítica dos certeza sin des a fiables. Primero, que las democracia s ricas no mueren. Segundo, que las democracias viejasnomueren.
La historia reciente ha sacudido estas certezas llevándolas al polo contrario: aún las democracias ricas y viejas pueden morir, decaer, distorsionarse, al paso de sus propias debilidades y del ascenso de nuevas expectativas y exigencias de la sociedad, procesadas en el ámbito público por fuera delos filtros institucionales de la democracia moderna.
En Estados Unidos, el panorama de estenuevo mundo in cierto está cruzado por tres hechos históricos fundamental es:
Primero, Estados Unidos muestra sus índices de des igualdad económica y social más altos del último siglo.
Segundo, Estados Unidos vive una profunda transición histórica en la cual el grupo étnico blanco dominante ha perdido la mayoría política del país.
Tercero, en parte como consecuencia de estas dos realidades, Estados Unidos ha elegido aun presidente populista, anti elitista, nacionalista ycaract ero lógica mente anti democrático, DonaldTrump, llegado al poder con estricto apego a las reglas democráticas.
El ascenso de Trump ilustra cómo mueren las democracias hoy, incluso las ricas y las viejas. No por golpes de Estado militares como antes, sino a manos de gobiernos civiles elegidos democráticamente que avanzan hacia la construcción de gobiernos autoritarios por los escalones que la misma democracia provee, tal como lo ilustran en este siglo los casos de la Venezuela de Chávez, la Turquía de Erdogan, la Hungría de Orban, la Rusia de Putin, la Bolivia de Evo Morales y a medias, moderadamente todavía, matiza Levitsky, el México de López Obrador.
Las matan ciertos gobiernos civiles elegidos legalmente