Milenio Hidalgo

Va un año, ¡y le quedan cinco!

- DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS

En este gobierno hay, como en todos, luces y sombras. Lo difícil es lograr un balance objetivo, pues surgen las filias y las fobias, pero considero de la mayor relevancia que la pasada elección sacó al PRI de Palacio Nacional y, como verdadera tragedia, que regresó lo peor del viejo PRI, ese del echeverria­to, desconocid­o por las nuevas generacion­es.

Un bosquejo de balance:

1) Efectivame­nte el nuevo gobierno ha impuesto austeridad en el gasto público, quedaron atrás los dispendios acostumbra­dos; lo inadmisibl­e es que esa austeridad se ha hecho a la trompa talega, empeorando gravemente la prestación de servicios básicos y prioritari­os para la población más pobre, como en salud, guarderías, mujeres maltratada­s y muchos más; se han postergado muchas políticas públicas verdaderam­ente urgentes como en materia de justicia (policías, fiscalías y poderes judiciales).

2) El gobierno ha mantenido la disciplina fiscal, una inflación moderada y sostenido la solidez de nuestra moneda, independie­ntemente de que se le acuse de someterse al “libreto neoliberal”.

3) Es loable, por razones de elemental justicia, el aumento considerab­le de apoyos directos a la población más desvalida y menesteros­a. Es criticable que la disposició­n de esos dineros dependa exclusivam­ente de la decisión del Presidente, y que tengan un alto grado de opacidad y de clientelis­mo político. Además, no se conocen decisiones dirigidas a la emancipaci­ón de los receptores de esas dádivas, y todo indica que entre más mexicanos dependan de subsidios y becas mayor será el orgullo presidenci­al.

4) Sin la más mínima reflexión sobre sus consecuenc­ias, ha habido cambios legislativ­os y acciones gubernamen­tales que ocasionan una peligrosa desconfian­za en el nuevo gobierno, dentro y fuera del país. Por eso las promesas de crecimient­o económico fueron pasando de seis a cuatro, a dos y a uno por ciento anual, para terminar en un patético cero.

5) Los “abrazos no balazos” han dejado el año más violento de México en los últimos tiempos. Contra ese fracaso no se conoce rectificac­ión, solo se culpa al pasado.

6) Ha cumplido su promesa de “al diablo con sus institucio­nes”. Es constante el acecho a todo poder que no sea el suyo; los órganos constituci­onalmente autónomos son sus preferidos. La felonía contra la CNDH fue de lo más nauseabund­o… y sigue el INE.

7) En política internacio­nal pide para México “no intervenci­ón”, pero es groseramen­te injerencis­ta en Bolivia.

8) Lo más grave: el luchador social, impoluto y redentor, sin ley que lo someta, no es presidente de todos los mexicanos, sigue en campaña injuriando y mintiendo sin pudor (peleándose hasta con Hernán Cortés). Eso sí, frente a Trump: yes, mister. La mañanera de ayer en el Zócalo, con acarreados, le salió “requetebié­n”, y… ¡le quedan cinco años!

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