Instalan arcos y detectores de metal en la entrada del Colegio Cervantes
La puerta del Colegio Cervantes se abre y cierra para dar acceso a los padres de familia de la escuela. Son pocos los niños que han regresado al plantel después del incidente del viernes pasado en el que murió una maestra, además de resultar heridos cinco niños y el profesor de educación física.
Las maestras de la escuela visten de blanco, llevan unos pequeños moños negros cocidos en uno de sus brazos. Cada vez que abren el portón de la calle Abasolo la escena se repite: las docentes abrazan fuerte a los padres de sus estudiantes, a veces lloran.
En el colegio ya se activó el protocolo naranja para la atención del estrés postraumático. Al asistir algunos de los padres lucen consternados y casi todos visten de negro.
“En general los papás están preocupados por la situación que está sucediendo. Hay niños que tienen problemas o se sienten inseguros y tienen miedo”, comenta Cristel Castillo tras salir de la escuela.
Ella se siente un poco más tranquila luego de saber que las autoridades del colegio colocarán arcos y detectores de metales para ubicar armas que pudieran entrar al plantel. También les dieron recomendaciones como comprar mochilas transparentes e implementar la revisión desde casa.
Gerardo Montoya en cambio está molesto. Al padre de familia no le fueron suficientes las explicaciones de las nuevas medidas de seguridad ni los consejos dados por psicólogos de la Universidad Iberoamericana.
“Lo único que yo le pido a los directivos del plantel es que me digan en dónde va a estar mi hija, con quién va estar mi hija. Es nada más lo que yo les pido y es lo que no me contestan”.
En la reja principal del colegio hay veladoras prendidas. Hasta ahí se acerca una vecina que ofrece alguardiadeseguridadaguabendita para que la esparza donde quedaron los cuerpos.