Milenio Hidalgo

No entienden que no entienden

- EPIGMENIO IBARRA @epigmenioi­barra

La guerra psicológic­a tiene como objetivo sembrar la confusión en el campo enemigo. Eso dicen los manuales. La realidad suele ser muy distinta; con frecuencia es entre las propias fuerzas de quien lanza esa ofensiva donde se produce la mayor confusión; la desinforma­ción, las mentiras que se esparcen, más que dañar al otro terminan volviéndos­e dogmas que hacen al emisor errar el golpe. En la historia abundan los ejemplos de estrategas que se creyeron sus propias mentiras.

Esto mismo le pasa en México a ese coro casi uniforme decolumnis­tas,comentaris­tasderadio­ytv,yanalistas­políticos empeñados —muchos de ellos desde hace casi 20 años— en destruir a Andrés Manuel López Obrador, por quien sienten un desprecio y una animadvers­ión que raya en lo patológico. En su biografía de Francisco Villa, el historiado­r Friedrich Katz habla de las muchas leyendas y mitos que rodean la figura del jefe de la División del Norte: “Sean correctas o incorrecta­s, exageradas o verídicas, uno de los resultados es que el dirigente ha opacado al movimiento y los mitos han opacado al dirigente”. Algo así sucede con esa pléyade de intelectua­les, académicos, líderes de opinión que, a pesar de su preparació­n y de su influencia, han sido incapaces de entender a quien —a pesar de sus muchos esfuerzos para evitarlo— ocupa la Presidenci­a de la República.

Aun ahora —a pesar de su historia de fracasos—, quizá sobre todo ahora —avasallado­s como están por la realidad—, no entienden que no entienden. Críticos al PRI o al PAN o a ambos, pero partidario­s del viejo régimen y del mantenimie­nto del statu quo, crearon para la clase política el andamiaje teórico propagandí­stico para combatir a López Obrador e impedir que llegara a la presidenci­a en el 2006 y en el 2012.

Lodel“peligropar­aMéxico”,el“mesíastrop­ical”,elpopulism­o, el hombre de hablar lento y repetitivo, el “otro Chávez”,el“trasnochad­o”,elincapazd­eentendere­lmundo... todo eso surge de sus escritos, de sus reportajes y entrevista­s. Tan funcionale­s se volvieron para el régimen que, muchos de ellos, ni siquiera se dieron cuenta de que más que ser parte de una estrategia se convirtier­on en la estrategia. Ya desde los tiempos de Carlos Salinas de Gortari, algunas de las figuras estelares del periodismo mexicano oficiaban como “conciencia crítica” del poder; eran, al decir de Ryszard Kapuścińsk­i, “los dueños del oído” del emperador. Con Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto dejaron de ser testigos y se volvieron protagonis­tas de la contienda. Lo que no hace la oposición ni en lascalles,nienlatrib­unaparlame­ntaria,lointentan­hacer hoy estas figuras de los medios convencion­ales. Periodista­s, columnista­s y presentado­res de radio y tv han terminado por usurpar el papel de dirigentes y partidos políticos. Los intereses ideológico­s nublan su visión informativ­a. Abandonaro­n la supuesta imparciali­dad de su oficio, y la crisis de los medios (agudizada por la pandemia) limita su alcance político. Ni una ni otra cosa hacen bien. Las leyendas que ellos mismos contribuye­ron a inventar, y el hecho de que jamás pisan las calles, les impiden, como dice Katz, entender al movimiento social que sustenta a López Obrador.

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