El misterio de las puertas cerradas
La victoria del Bayern en el Westfalenstadion, uno de los campos más contagiosos del mundo, es un gran testimonio del futbol post-covid. El resultado arroja las primeras conclusiones deportivas sobre un regreso justificado por impulsos secundarios. Hasta ahora se ha hablado más de las secuelas económicas alrededor de cualquier Liga, que de las consecuencias futbolísticas que ocasiona jugar sin público. El triunfo en despoblado del líder de la Bundesliga en Dortmund aclara ciertos misterios futboleros que existían detrás de las puertas cerradas.
La pregunta típica es: ¿El Bayern habría vencido al Borussia en un estadio amurallado por fanáticos locales? La respuesta es sí. Una de las primeras conclusiones de la “puerta cerrada” es que mientras mejor sea un equipo, menos le pesará jugar sin público, a favor o en contra. Equipos como el Bayern ganan bajo cualquier condición; y de esa conclusión deriva la segunda: la ausencia de aficionados en las tribunas afectará en mayor medida a los equipos con menor nivel. Es decir: a campo descubierto, en igualdad de circunstancias, once contra once con un balón, las probabilidades que tiene de ganar siempre el que juega mejor son aplastantes.
Los primeros 18 partidos jugados desde el regreso de la Bundelsiga han registrado 12 victorias de equipos visitantes, solo 3 victorias de equipos locales y apenas 3 empates. El 75% de los triunfos visitantes corresponden a equipos colocados en los primeros seis lugares de la tabla. Mientras que entre las escasas victorias locales, una pertenece al Bayern como líder general, otra al Dortmund como sublíder y la última es del Hertha, que venció al Unión Berlín en el modesto Derby de la capital. El factor público ofrece al futbol dramatismo, épica, tensión, romanticismo y pasión: son inseparables. Pero cuando un equipo juega mejor que el otro, la mayor parte de las veces el futbol vencerá a la afición.
Mientras mejor sea un equipo, menos le pesará jugar sin público, a favor o en contra