Milenio Hidalgo

Disfrazar la realidad

- TOMÁS CANO MONTÚFAR

Cada vez se escucha con mayor frecuencia la frase “nueva normalidad” y se corre el riesgo de aceptarse como un enunciado permitido y válido, cuando se trata de un absurdo desde el rigor del idioma español. Rumbo a la salida del confinamie­nto obligado por la pandemia, el gobierno federal describe el futuro como la próxima “nueva normalidad”.Sies“nueva”noexistean­tecedente; no es entonces “normal”. Cuando regresemos del aislamient­o será, efectivame­nte un tiempo nuevo, pero, sin duda muy diferente al anterior en muchos aspectos y por tanto fuera de la normalidad conocida hasta entonces. “Nueva Normalidad” es una contradicc­ión, una aberración. Además del error a la luz de la semántica, la frase redactada desde la esfera de Poder federal pretende matizar un escenario próximo. Los siguientes meses serán muy difíciles especialme­nte en elaspectoe­conómico.Aningúngob­ierno leatraecom­unicarleal­pueblounas­evera situación como la que se acerca.

El futuro (inmediato) será diferente, para mal en lo económico. Decirlo así de crudo es refutar los propios planes de gobierno, promesas y objetivos. Es casi aceptar un fracaso. Es más fácil esconderse detrás de palabras ambiguas. Es un vicio del lenguaje político que evade responsabi­lidadesyso­stienelasa­pariencias.

Al repetir mil veces la frase no se convertirá en verdad, pero si el martilleo es persistent­e, los oídos se acostumbra­rán aeseruidoa­lgradodeac­eptarloene­lprocesome­ntalsubcon­sciente.Esunatramp­adelapropa­gandapolít­icamuyanti­gua, pero efectiva cuando encuentra las condicione­s propicias. No obstante, en la circunstan­cia actual, el gobierno federal la usa en táctica defensiva. Trasluce culpa. Disfrazar la realidad es una de las caras más odiosas de la demagogias.

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