La vacuna
Laprevenciónylaresignaciónsondosactitudes frente a la vida que parecen contradictorias, pero que son en realidad complementarias. Debemos hacer todo lo necesario para enfrentar un accidente de la naturaleza, pero debemos también saber aceptar las cosas que no podemos impedir que ocurran. Para nosotros, los humanos, esa aceptación es algo muy difícil, pues vivimos convencidos de que podemos controlarlo todo, con la ciencia y la tecnología. Nuestra fe en ellas linda en la superstición.
La pandemia del covid-19 ha provocado la muerte de cientos de miles de personas, pero, sobre todo, ha trastornado la vida de miles de millones de hombres y mujeres en todo el mundo. La vacuna es percibida como la solución, como el camino más corto para volver a la normalidad. Las farmacéuticas han comenzado la carrera: hay ahora más de cien proyectos para producirla. Los políticos la prometen para el final de este año. Los expertos, que a veces les hacen eco, dicen que podría haber una en menos de dieciocho meses. Pero la experiencia los desmiente. La producción de una vacuna implica pasar por una serie de procesos que tardan normalmente muchos años, a veces décadas. Tras la investigación en los laboratorios, muy tardada, es necesario hacer pruebas y exámenes, y después construir las fábricas para la producción de las vacunas, que luego deberán ser aprobadas y, eventualmente, distribuidas en millones de dosis, quizás en miles demillones.Estosprocesosnopuedenserabreviados. Unavacunaesalgoquelaautoridaddaríaamillonesde personasqueestánsanas,entodoelmundo.Esfundamentalquenoproduzcaefectosnodeseados(comoya ha sido el caso con otras vacunas, como la de la polio en la década de los cincuenta, que llegó a provocar la enfermedad en pacientes que fueron vacunados).
Hace más de treinta años, los científicos identificaron el virus HIV, que provoca el Sida, pero todavía no existe una vacuna. El virus que provoca el dengue fue identificado en 1943, pero la primera vacuna fue aprobada apenas en 2019. La que más rápido ha sido creada en la historia (la vacuna contra las paperas) tomó cuatro años en ser producida. La semana pasada, investigadores de la Universidad de Oxford, tras analizar muestras de sangre de personas recuperadas de covid-19, descubrieron que su nivel de anticuerpos IgG (los anticuerpos responsables de la inmunidad en el largo plazo) empezó a bajar poco después de su recuperación. ¿Si la infección natural no proporciona suficiente inmunidad, qué puede hacer una vacuna?
Lo más probable es que haya tratamiento antiviral o antibiótico que funcione, antes de tener una vacuna. Mientrastanto,todosnostendremosqueadaptar,con resignación, a vivir con el coronavirus. La vida laboral volverá pronto a una especie de normalidad, pero la vida social no. La gente tendrá que acostumbrarse a evitar grandes concentraciones de más gente (en bares y discotecas, en salas de cine y estadios de futbol) y la autoridad tendrá que imponerse la obligación de hacer extensas pruebas, rastrear los focos de infección e intervenir para contener los contagios. No sabemos cuálserálaevolucióndelvirus.Esposiblequehayauna segunda ola, mortífera; también es posible que, como en otros casos, el virus adquiera un carácter menos virulento. No lo sabemos.