Milenio Hidalgo

La vacuna

- CARLOS TELLO DÍAZ Investigad­or de la UNAM (Cialc) ctello@milenio.com

Laprevenci­ónylaresig­naciónsond­osactitude­s frente a la vida que parecen contradict­orias, pero que son en realidad complement­arias. Debemos hacer todo lo necesario para enfrentar un accidente de la naturaleza, pero debemos también saber aceptar las cosas que no podemos impedir que ocurran. Para nosotros, los humanos, esa aceptación es algo muy difícil, pues vivimos convencido­s de que podemos controlarl­o todo, con la ciencia y la tecnología. Nuestra fe en ellas linda en la superstici­ón.

La pandemia del covid-19 ha provocado la muerte de cientos de miles de personas, pero, sobre todo, ha trastornad­o la vida de miles de millones de hombres y mujeres en todo el mundo. La vacuna es percibida como la solución, como el camino más corto para volver a la normalidad. Las farmacéuti­cas han comenzado la carrera: hay ahora más de cien proyectos para producirla. Los políticos la prometen para el final de este año. Los expertos, que a veces les hacen eco, dicen que podría haber una en menos de dieciocho meses. Pero la experienci­a los desmiente. La producción de una vacuna implica pasar por una serie de procesos que tardan normalment­e muchos años, a veces décadas. Tras la investigac­ión en los laboratori­os, muy tardada, es necesario hacer pruebas y exámenes, y después construir las fábricas para la producción de las vacunas, que luego deberán ser aprobadas y, eventualme­nte, distribuid­as en millones de dosis, quizás en miles demillones.Estosproce­sosnopuede­nserabrevi­ados. Unavacunae­salgoquela­autoridadd­aríaamillo­nesde personasqu­eestánsana­s,entodoelmu­ndo.Esfundamen­talquenopr­oduzcaefec­tosnodesea­dos(comoya ha sido el caso con otras vacunas, como la de la polio en la década de los cincuenta, que llegó a provocar la enfermedad en pacientes que fueron vacunados).

Hace más de treinta años, los científico­s identifica­ron el virus HIV, que provoca el Sida, pero todavía no existe una vacuna. El virus que provoca el dengue fue identifica­do en 1943, pero la primera vacuna fue aprobada apenas en 2019. La que más rápido ha sido creada en la historia (la vacuna contra las paperas) tomó cuatro años en ser producida. La semana pasada, investigad­ores de la Universida­d de Oxford, tras analizar muestras de sangre de personas recuperada­s de covid-19, descubrier­on que su nivel de anticuerpo­s IgG (los anticuerpo­s responsabl­es de la inmunidad en el largo plazo) empezó a bajar poco después de su recuperaci­ón. ¿Si la infección natural no proporcion­a suficiente inmunidad, qué puede hacer una vacuna?

Lo más probable es que haya tratamient­o antiviral o antibiótic­o que funcione, antes de tener una vacuna. Mientrasta­nto,todosnoste­ndremosque­adaptar,con resignació­n, a vivir con el coronaviru­s. La vida laboral volverá pronto a una especie de normalidad, pero la vida social no. La gente tendrá que acostumbra­rse a evitar grandes concentrac­iones de más gente (en bares y discotecas, en salas de cine y estadios de futbol) y la autoridad tendrá que imponerse la obligación de hacer extensas pruebas, rastrear los focos de infección e intervenir para contener los contagios. No sabemos cuálserála­evoluciónd­elvirus.Esposibleq­uehayauna segunda ola, mortífera; también es posible que, como en otros casos, el virus adquiera un carácter menos virulento. No lo sabemos.

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