Alfredo Castillo, museógrafo
Los verdaderos artífices de la cultura son muchas veces héroes anónimos y a los que no les interesa recibir ningún tipo de reconocimiento por su trabajo. Así era Alfredo Castillo, o quizá debería decir “El miseñor” -aunque así nos decíamos mutuamente-; un auténtico guerrero de la museografía, pues siempre se adaptó a trabajar con el presupuesto y recursos que hubiera.
Lo conocí a finales de los años 90, trabajando para Radio y Televisión de Hidalgo e iniciamos una mancuerna creativa en torno a programas culturales como (conducido por Lourdes Parga) y (a cargo del poeta Ramsés Salanueva). Al poco tiempo me enteré de que su formación giraba alrededor de la escenografía y había trabajado para la Universidad Autónoma de Hidalgo, tanto en teatro como en exposiciones.
Realizó estudios en la Universidad de Guanajuato, aunque fue en la práctica donde alcanzó su graduación. Aunque me llevaba bastantes años de edad y había recibido preceptos clásicos, Alfredo siempre aceptó los retos de llevar a la museografía un paso adelante y jamás dudo en experimentar y romper con los cánones. Él siempre encontró la manera de hacer realidad mis elucubraciones. Tan sólo consiguió separarnos laboralmente un tipo tan vil y vulgar como el actual Secretario de Cultura de Hidalgo (2018); aunque yo tenía en claro que volveríamos a colaborar… el maldito virus lo ha malogrado.
Por ejemplo, directivos del Museo de SanCarlosyFundaciónBanamexsesorprendieron por su capacidad; considero que en los montajes para Enrique Garnica y Leo Acosta alcanzó su plenitud museográfica. Con Garnica armamos inclusounespejodeaguaenelpisosuperiorde El cuartel de arte.
Fuimos cómplices incondicionales, y así fue como también aportó para los espacios independientes. En la Fundación Herrera Cabañas hasta pusimos a girar un corazón de vaca para una pieza. Alfredofuebohemio,irreverenteyuntrabajador infatigable. Esta puta pandemia me deja con un hueco en el alma.