Del mármol al platino
En la Soledad segunda de don Luis de Góngora, versos 367-368, el huésped peregrino le dice al viejo pescador que lo acoge: “Pisad dichoso esta esmeralda bruta,/ en mármol engastada siempre undoso”. La versión en prosa de Dámaso Alonso (1927; Alianza Editorial, 1982) dice: “Pisad dichoso esta esmeralda bruta que finge vuestra isla, engastada en el siempre undoso mármol del mar”. En la versión de Robert Jammes (Castalia, 1994) leemos: “Pisad dichoso esta isla verde, que se parece a una esmeralda bruta engastada en mármol –en el mármol siempre undoso del mar…” Y pone Jammes en nota aparte: “Mármol undoso”. ‘Llama así al mar por la lisura y esplendor que muestra en la superficie’ dice Díaz de Rivas. El mismo comentarista recuerda que la metáfora mármol por mar fue muy usada entre los poetas latinos, y cita a Virgilio, Lucrecio, Catulo, Ennio y Silio Itálico. Lo propiamente gongorino aquí es el calificativo siempre undoso, y sobre todo el concepto mármol/ esmeralda engastada, que Gracián recordó en la primera frase de su Criticón: ‘Yace engastada una pequeña isla, o perla del mar o esmeralda de la tierra’”. La más reciente traducción al inglés de las Soledades hecha por Edith Grossman (Penguin, 2011) opta por “this emerald animal”; uno pensaría que la traductora confundió “bruta” con animal y no “bruta” como natural o sin pulir, pero leemos en nota al pie: “Esmeralda animal, esto es, la isla con forma de tortuga”. (En efecto, versos atrás Góngora se ha referido a una “isla… cuya forma tortuga es perezosa…”)
Pero voy a lo de “esmeralda… engastada”. En 1938 a sus 18 años de edad quien 18 años después sería mi madre viajó en barco de Cuba a la península de Yucatán con destino a Chetumal. El barco hizo escala en Cozumel. Mi madre no olvidaría el avistamiento de Cozumel mientras el barco se acercaba a la isla; sus hijos tampoco cuando en su numerosa evocación posterior ella decía de Cozumel: “Una esmeralda engastada en platino”. Del mármol al platino. Ah de mi gongorina madre. con alumnos de la Universidad de Calgary.
Mi madre no olvidaría el avistamiento de Cozumel mientras el barco se acercaba a la isla