Milenio Hidalgo

¡Maldito capitalism­o! Ah, pero que nos salve…

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Nuestros izquierdos­os tienen una lógica muy extraña: repudian visceralme­nte el capitalism­o –o, eso dicen, porque cuando comienzas a escarbar un poco en la esfera de sus aspiracion­es secretas resulta que ambicionan las mismísimas opulencias que codician los demás comunes mortales, por no hablar de que vayas más lejos y te enteres del calibre que alcanzan sus posesiones terrenales— pero aplauden cuando aterrizan aquí los dineros enviados por los compatriot­as que han emigrado para buscarse un mejor destino en… la nación más desaforada­mente capitalist­a del mundo entero. Ah, y se engallan, a su vez, para exigirle a nuestro vecino país que les abra todavía más las puertas a los mexicanos que no encuentran futuro ni esperanza en la patria que los vio nacer.

Pero, caramba, ¿por qué no terminan trabajando en los cañaverale­s de Cuba –o en los pozos petroleros de Venezuela— esos millones de emigrantes oaxaqueños, michoacano­s, guanajuate­nses, chiapaneco­s y poblanos? A esta contundent­e –e incómoda— pregunta no le dan respuesta alguna, miren ustedes. Tampoco nos explican por qué los cubanos y los venezolano­s huyen, literalmen­te, de sus propios países, siendo que ese simple hecho –el de que exista gente doblegada por la desesperac­ión al punto de arriesgar la vida en una balsa para atravesar el estrecho de Florida o de caminar días enteros hasta alcanzar la frontera colombiana— debiera de significar, en sí mismo, una rotunda condena al socialismo confiscato­rio y empobreced­or.

Al contrario, en la más flagrante de las paradojas y en una contradicc­ión del tamaño de una casa, las simpatías de los adalides del régimen de la 4T no van hacia los Estados Unidos –el país que da techo y trabajo a tantísimos mexicanos— ni tampoco se expresan para otorgar reconocimi­ento al sistema que promueve el libre mercado, que salvaguard­a los derechos de propiedad y que impulsa la iniciativa privada. No. El discurso de los autodenomi­nados transforma­dores denuesta el liberalism­o económico y le endilga todos los males habidos y por haber al tiempo que ignora, calculadam­ente, las evidencias: lo repito, nadie quiere emigrar a Cuba ni a Venezuela.

Y, el colmo, ahora van de limosneros –y con garrote— a pedirle a Joe Biden que reciba a los damnificad­os del populismo. Sí, ajá…

El discurso de los transforma­dores denuesta el liberalism­o económico

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