Milenio Hidalgo

Las batallas del covid

- ROBERTO BLANCARTE roberto.blancarte@milenio.com

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Cómo calificar a los gobiernos en el manejo de la pandemia? ¿Quiénes lo han hecho bien, a pesar de las circunstan­cias difíciles que han enfrentado y cuáles han demostrado desinterés o incompeten­cia? Mucho, aunque no todo, se mide por el número de muertos, totales o proporcion­ales. Pero hay más elementos que pueden ayudar a definir el éxito o fracaso de una determinad­a estrategia: número de contagios, camas disponible­s para tratamient­os críticos, gestión económica de los efectos de la pandemia, número de desemplead­os, cierre de negocios, aumento de la pobreza, equilibrio entre controles y libertades, etc. Por lo mismo, aunque era hasta punto previsible, el tema del manejo de la epidemia se ha vuelto central para el destino de muchas poblacione­s y, por lo mismo, de muchos gobiernos. La terrible gestión que hizo Trump de la enfermedad, por ejemplo, fue un factor decisivo en su derrota. Su falta de seriedad, su desinterés, su ignorancia y su frivolidad fueron hechos evidentes por la expansión descontrol­ada del covid-19. Lo mismo le está sucediendo a Bolsonaro, quien tiene que enfrentar elecciones presidenci­ales el próximo año. Los efectos de la pandemia en Brasil han sido devastador­es. Y en México no nos ha ido mejor, pues la actitud de López Obrador ha sido en muchos casos similar a la de los dos presidente­s anteriorme­nte mencionado­s. Así que no sería extraño que el castigo se sintiera electoralm­ente. Sin embargo, no hay nada escrito, pues la evaluación que los ciudadanos pueden hacer del manejo de la pandemia pasa por muchas variables. En Alemania, por ejemplo, el partido mayoritari­o (CDU) que hasta hace poco era un ejemplo de gestión, acaba de perder hace algunas semanas dos elecciones regionales. Las razones pueden ser variadas, desde el cansancio hasta la creciente desconfian­za a la efectivida­d de las medidas, pero sin duda afectó la relativa lentitud con que el programa de vacunas arrancó en todo Europa y particular­mente en Alemania, donde se esperaba un proceso más rápido y organizado. Por eso es muy interesant­e cómo se ha estado manejando en distintos países dicho proceso de vacunación. Y en ese sentido, es evidente el papel de la propaganda. Hay lugares donde la vacunación no es gran noticia y hay otros donde cada pequeño cargamento de vacunas que llega al país se anuncia como el vellocino de oro. Hay países, como Israel, donde la vacunación en efecto ha sido masiva y otros, como Inglaterra, donde se llevó a cabo una estrategia de vacunación, aunque fuese con una sola dosis, al máximo número de personas. Y finalmente, también hay que considerar la perspectiv­a de las poblacione­s: en muchos lugares, como México, la vacunación se está presentand­o como un gran logro del gobierno, cuando, por lo menos hasta ahora, que a uno lo vacunaran era los más normal e intrascend­ente en nuestras vidas. Claro, el Covid-19 cambió todo. Y no cabe duda que, aún a cuentagota­s, poder disponer de la vacuna se ha vuelto un asunto crucial para la vida de las personas. Y hay que felicitar a los gobiernos que lo han hecho bien. Pero también hay que recordarle­s que esto no es una dádiva, sino parte de sus obligacion­es.

Hay que felicitar a los gobiernos que lo han hecho bien, pero es parte de sus obligacion­es

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