La incertidumbre presente
No cabe la menor duda de que los temores que afectan a los mercados mundiales desde finales de febrero —principalmente con origen en Estados Unidos, con obvias repercusiones globales— han reducido su intensidad. El miedo a un sobrecalentamiento de esa economía está cada vez más atenuado, pero ahora surgen otras inquietudes.
Respecto a los miedos de origen, vemos con satisfacción que el crecimiento en el rendimiento de largo plazo, sobre todo del bono de 10 años —que es el más emblemático—, se ha moderado, pues tras tocar 1.75 por ciento, ya ha regresado a 1.62 por ciento, lo cual indica que la expectativa de inflación general no es tan exagerada.
Vale la pena comentar que, sin decir que el tema se encuentra resuelto, la determinación de la Reserva Federal al insistir en que la inflación está bajo control ha sido concluyente para esta mejor perspectiva; pero ojo, la Fed reconoce que en forma temporal se pueden presentar presiones inflacionarias en el futuro próximo, la frase clave aquí es “en forma temporal“, y también hay que considerar que el rendimiento del bono de 10 años poco a poco tenderá hacia 2 por ciento para fines de este año o principios de 2022. Todo dependerá de cómo evolucione la economía.
El asunto, que empieza a tomar relevancia para el futuro de los mercados, es cómo se piensan hacer cambios a las estructuras fiscales del país; es lógico que venga una reforma fiscal para disminuir los enormes déficit que enfrenta la economía, así como financiar el nuevo programa de infraestructura que tiene en puerta el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Esto será un enorme reto, ya que el gobierno tendrá que ser muy hábil para mantener un equilibrio entre el crecimiento económico y reducir al mismo tiempo el enorme déficit.
La respuesta está en que el nuevo programa fiscal tiene que ser uno en el cual el sector corporativo pague más, sin que esto en sí mismo disminuya el atractivo para invertir; en resumen, será prioritario mantener una economía con fuertes crecimientos y que estos den origen a nuevos y mayores impuestos. Dicho reto es enorme porque este gran programa de inversión se lleva a cabo en un país fuertemente dividido, Donald Trump se la puso muy fácil a los empresarios, pero dejó un gobierno muy apalancado; recordemos que ese es el estilo de los populistas, no importa si son de derecha o de izquierda.
A los populistas les encanta el crecimiento, pero que la cuenta la pague el que sigue; creo que Biden está tomando el toro por los cuernos y ojalá logre poner en marcha un plan que le permita al gobierno mejorar sus finanzas públicas, sin que esto lleve a sacrificar el crecimiento. Todo lo anterior significa retos e incertidumbre; los mercados deberán fortalecerse de estas enormes inversiones; sin embargo, estoy seguro de que habrá dudas y muchos baches en el camino.