“La tentación del gobierno de hacer mal uso de los bienes”
Las instituciones de gobernanza pública nacen principalmente para prevenir y controlar el Riesgo Moral Gubernamental, definido como la “tentación” del gobierno de hacer un mal uso de los bienes públicos bajo su custodia.
El INE, por ejemplo, fue creado para asegurar procesos electorales libres, equitativos y confiables en la elección de nuestros representantes en esta gobernanza, o el INAI, a cargo de asegurar la transparencia del servicio público. Pero ¿quién vigila el riesgo moral de estas instituciones, definido como la “tentación” de ser cooptadas para fines políticos o privados?
La vigencia del arreglo bajo el cual estas instituciones nos sirven es intocable en la medida de que pasen la prueba de eficacia y autonomía para realizar sus funciones. Y otra institución debe estar constantemente realizándoles esta prueba que, a mi juicio, algunas no pasan.
En el caso del INE, en el pasado los ciudadanos hemos sido testigos de elecciones ni libres ni equitativas ni confiables y ahora apunta el más mínimo desacato, principalmente en lo referente a miembros de Morena, lo cual merece una investigación sobre su independencia ideológica. Y en el caso del INAI, a muchos ciudadanos en regímenes pasados nos fue negado el acceso a la información por tratarse de “archivos confidenciales” y ahora impugna una medida de transparencia de lucha contra el crimen organizado, que puede afectar el negocio de celulares de prepago, lo cual también merece investigación sobre su independencia del sector privado.
Autonomía e independencia no deben confundirse. Una institución es autónoma cuando es independiente de cualquier influencia que mine su eficacia. Cuando esa independencia no existe respecto de alguna influencia, su autonomía se vulnera.
Es necesario también revisar la necesidad de autonomía de instituciones que, para efectos neoliberales, fueron sustraídas de las obligaciones del gobierno como sería la de ser transparente y honesto, por ejemplo. Y a las que como el INE deben ser necesariamente autónomas, hay que darles forma y reglas que blinden esa autonomía. Y debe haber una institución sacrosantamente autónoma, encargada de supervisar el riesgo moral de todas las instituciones gubernamentales.
Autonomía e independencia no deben confundirse