Oportunismos
El accidente del Metro de la Ciudad de México ha evidenciado que la depredación del dolor sigue siendo el único modo en el que medios y actores políticos se enfrentan a la tragedia.
Influencers venidos a líderes de opinión y a agentes tanto del régimen como de la oposición, convirtieron Twitter en un escenario de intereses partidistas.
Lxs defensorxs del gobierno, curándose en salud, exigieron “no politizar” la tragedia, como si fuese posible obviar la corrupción alrededor de la Línea 12. Lxs opositorxs más recalcitrantes se sobaron las manos celebrando que “alguien” ya no es presidenciable, segurxs de que el accidente tendrá incidencia en las urnas.
En el colmo del adoctrinamiento, una tuitera dio a entender que se trató de un atentado; cito: “Con esto golpean al gobierno de Claudia Sheinbaum y a Nuestro presidente AMLO” (la mayúscula es de la autora). En el colmo del sensacionalismo, la reportera de
ADN40 le pide a la madre que buscaba a su hijo: “Pero cuéntales cómo fue esa llamada sólo 30 minutos antes…”
La tragedia evidencia lo peor de los extremos en los que se ha divido el país: la opinología progresista pierde el piso defendiendo a ultranza al régimen desde un malabar retórico absurdo, ya que la fórmula de culpar a la corrupción y al neoliberalismo del pasado esta vez no aplica; y la oposición se apresura a construir un discurso patético y lamentable por oportunista.
Lucrar con la tragedia y con la esperanza es lo mismo. Espero que aprendamos que, al final, la corrupción no se erradica por decreto, y que es igual de deleznable pedir votos desde el dolor de la tragedia que defender lo indefendible. Ojalá por una noche, por mero respeto a las víctimas, se hubiesen quedado calladxs.