Milenio Hidalgo

Cuando las palabras sobran

- NICOLÁS ALVARADO Instagram: @nicolasalv­aradolecto­r

Temas hay muchos, incluso para una columna de cultura. La crisis de las industrias creativas de cara a una situación económica y sanitaria que, por razones humanas y no humanas, no acaba de resolverse, y a un virus que no acaba de irse. (La noche previa a escribir este texto, sostengo una reunión vía Zoom: durante su curso, una de las asistentes recibe el resultado positivo de su prueba de covid-19; más tarde, otro se excusa por tener que atender a su madre, enferma del mismo padecimien­to). La necesaria y todavía difusa reconversi­ón –industrial como de lenguaje– de las artes vivas pero también de lo audiovisua­l a la luz de los cambios que la pandemia ha acarreado en los hábitos de consumo cultural. El justamente polémico Proyecto Chapultepe­c y las consecuenc­ias que ha traído para el presupuest­o de cultura y para la situación de sus trabajador­es en México. Todo tan importante que lo consigno pese a que hace horas que no ocupa mi cabeza. Nada tan importante como para obligarme a abordarlo hoy o como para obligar al lector a leerlo.

24 personas han muerto, cuatro quedaron atrapadas en un vagón de metro. 69 están hospitaliz­adas por la misma razón. Cierto: el covid cobra más vidas y redunda en más hospitaliz­aciones todos los días. Sólo que estas muertes y estas heridas no tienen un solo factor no humano. Su origen es, en el mejor de los casos, la negligenci­a de las autoridade­s, en el peor la negligenci­a y la corrupción.

Peor: aún si de refilón, la tragedia me toca. Durante años fui usuario frecuente de la línea 12 del metro de la Ciudad de México (aun si no frecuentab­a esa estación). Durante años una persona querida a la que veo todos los días fue su usuaria cotidiana, y sólo la medida pandémica de cambiar su medio de transporte la salvó de haber sido víctima potencial.

Podría lanzarme a reclamar a los presuntos responsabl­es con nombre y apellido: habría lucro político en ello. Podría escribir un lamento por los caídos en la estación Olivos: no tengo derecho; no soy su deudo. Hoy las palabras sólo me sirven para una cosa: para decir que hay oportunida­des en que las palabras sobran.

Ésta es una de ellas.

Podría escribir un lamento por los caídos en la estación Olivos: no tengo derecho; no soy su deudo

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