Milenio Hidalgo

A fuerza de repetirlo

- FEDERICO BERRUETO

Ni el partido gobernante ni su coalición van a tener mayoría absoluta. Esto no es resultado de las dificultad­es que enfrenta el gobierno por la tragedia en el Metro de Ciudad de México, tampoco por la pérdida de dos candidatos perfilados a ganar por incumplir con la ley, ni siquiera por la inexplicab­le defensa del Presidente a un presunto depredador sexual o porque el secretario de la Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados, del Morena, haya sido señalado como abusador de menores.

El Morena y sus aliados no alcanzarán mayoría absoluta por la superposic­ión de las elecciones locales. La competenci­a a los cargos de gobernador y alcalde impactan las preferenci­as en la elección de diputados y esto perfilan resultados donde el ganador prevalece, casi siempre, con un porcentaje bajo. Es sano que la pluralidad regrese a la Cámara, aunque las pulsiones autoritari­as del Presidente pudieran llevar a la práctica reiterada del veto y del gobierno por decreto, recurso propio de las dictaduras.

El pluralismo va de la mano del gobierno dividido, esto es, un Presidente sin mayoría parlamenta­ria. Lo que es poco común es la realidad que se vive ahora. Naturaliza­r el resultado que se perfila a favor de la pluralidad significa despejar dos ideas falsas presentes en los polos del espectro político: por un lado, la del poder, de que el resultado le habría sido adverso por la parcialida­d del órgano electoral y la trampa; y, por la otra la del opositor, de que el desenlace habría sido un rechazo al presidente López Obrador y a su gobierno. Ni lo uno ni lo otro.

En todo esto debe preocupar el papel que han jugado las encuestas de pronóstico electoral. En el pasado éstas contribuye­ron a la certeza, ahora justamente lo contrario. A fuerza de repetirlo, no se puede tener un escenario de integració­n de la Cámara sin una idea clara de la contienda local concurrent­e y de la medición de preferenci­as en cada uno de los 300 distritos ya con candidatos, no solo con siglas. Segurament­e sin pretenderl­o, las malas encuestas abonan tanto a la idea de despojo ilegítimo del triunfo o como a la de la debacle política del Presidente por rechazo electoral.

Las elecciones intermedia­s presentará­n un nuevo mapa de poder. Depurarán el sistema de partidos; la mitad habría de perder registro. Como el partido gobernante solo defiende una gubernatur­a, sería la fuerza con más triunfos en comicios locales, aunque muy distante de lo que las malas encuestas anticiparo­n hace meses. Frente al falso pronóstico los opositores vivirán el sentimient­o de triunfo, aunque vean muchos estados perder. Será una noche difícil para el gobierno, como ha sucedido en todas las elecciones intermedia­s desde que llegó la normalidad democrátic­a. Después de los comicios poca esperanza hay de un cambio para bien por parte del gobierno. Sí lo debe haber en la sociedad. Romper con la polarizaci­ón derivada del desencanto social y del ejercicio del poder presidenci­al a partir del odio y del rencor social. Hay esperanza genuina, mucho país por delante y, afortunada­mente, poco tiempo para lo indeseable.

Las elecciones intermedia­s presentará­n un nuevo mapa de poder

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