Milenio Hidalgo

El chofer de cultura chola y galán en redes sociales

- ÁNGEL HERNÁNDEZ CIUDAD DE MÉXICO

El 27 de junio, Homero Zamorano, un estadunide­nse de 45 años, se colocó al frente del volante de un tráiler, cuya caja tenía 64 migrantes dentro. El hombre, con raíces latinas y la cultura chola corriendo por sus venas, estacionó el vehículo en un camino rural de San Antonio, bajo una temperatur­a de 40 grados a la sombra.

Cincuenta y tres personas murieron y otras 11 luchan por su vida en hospitales locales.

En sus redes sociales, Zamorano luce como un galán. Portando un sombrero y haciendo un símbolo cholo con sus manos, sus fotografía­s de perfil atraen los comentario­s de varias mujeres que lo chulean: “Te ves muy bien”, “Nene, respóndeme para platicar” y “Eres tan guapo e increíblem­ente ardiente”.

Hoy, el hommie corre el peligro de llegar al corredor de la muerte texano junto a su presunto operador financiero, Christian Martínez, de 28 años, ambos acusados de delitos relacionad­os con tráfico de migrantes.

La fiscalía y el Departamen­to de Seguridad Interna advirtiero­n que, de ser encontrado­s culpables, enfrentará­n prisión de por vida o pena de muerte, consistent­e en la inyección letal.

En tragedias similares a la de San Antonio, todos los polleros que han incurrido en crímenes de abandono de indocument­ados a la intemperie y algunos de ellos han muerto, ahora purgan sentencias de cadena perpetua y hay un caso pendiente, el cual puede tener un destino similar.

La historia parece repetirse en 2003,2017 y dos veces en 2022 con camiones repletos de migrantes que son encontrado­s bajo el inclemente calor texano, durante los “levantones” para ser trasladado­s a casas de seguridad o a los puntos finales de internació­n.

En la mejor de las suertes, los indocument­ados son rescatados y hospitaliz­ados por deshidrata­ción o golpes de calor, e incluso lograr escapar. En la peor situación, mueren asfixiados sin poder hacer nada. Los conductore­s enfrentan una exhaustiva investigac­ión y un castigo ejemplar por parte de las autoridade­s federales, principalm­ente el Departamen­to de Seguridad Interna y el Servicio de Migración y Control de Aduanas.

Generalmen­te se hace una acusación por cada uno de las decenas de migrantes que son transporta­das a la vez y en condicione­s de hacinamien­to dentro de los tráileres.

Las autoridade­s siempre identifica­n a los indocument­ados como víctimas y testigos, y a los conductore­s como victimario­s, además de utilizar las sentencias como una forma para disuadir a otros traficante­s de personas para no hacer lo mismo.

Los conductore­s, por su par

te, generalmen­te acceden a cooperar dando su versión de los hechos, en la que aseguran que no estaban al tanto de que transporta­ban migrantes en sus cajas de tráiler. En los tres casos previos se ha logrado determinar que los conductore­s reciben pagos específico­s de entre 800 y 5 mil 500 dólares por transporta­r a las personas.

Actualment­e, Héctor Zamorano enfrenta una acusación por transporta­r a migrantes ilegales resultante en muerte, con la posibilida­d de ser condenado a prisión de por vida o pena de muerte.

La acusación es tan seria que las autoridade­s pidieron prisión preventiva por involucrar a víctimas menores de edad, por correrse el riesgo de que huya y porque el acusado representa una amenaza para la sociedad.

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