El docente y la educación alimentaria
Para tener una idea clara sobre la importancia del trabajo en salud nutricional en las escuelas y colocar al docente al centro de esta tarea, analicemos el panorama actual. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2021, un aproximado de mil millones de personas adultas en todo el mundo tenía sobrepeso y una tercera parte de ellos padecía de obesidad.
En la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2020 se reportó que 4 de cada 10 escolares mexicanos presentaban sobrepeso u obesidad, 90% consumían bebidas endulzadasy50%consumíacerealesdulces,botanas,dulces y postres; y otros estudios refieren que de los 15 millones de escolares que viven en nuestro país la cuarta parte no tiene acceso a una adecuada alimentación.
Las cifras anteriores se pueden explicar por cambios enlosambientesalimentarios,ya que a través de estos se ha fomentado el abandono de dietas tradicionales y alimentación natural, el alto consumo de alimentos de bajacalidadnutricionalybebidas pre-envasadas, mayor tiempo frente a pantallas y disminución de la actividad física; lo anterior, junto con disparidades económicas y falta de acceso a servicios para el cuidado de la salud y nutrición en poblaciones de países de medianos y bajos ingresos, han propiciado un peligroso aumento de la obesidad, la hipertensión, diabetes y padecimientos cardiovasculares.
Ante este panorama, se ha señalado que impulsar la educación para la salud y educación alimentaria nutricional efectiva, podría contribuir en la contención y freno de la obesidad, identificando a las escuelas como espacios propicios para promover hábitos y una alimentación saludableenniñosyniñas;deahíqueloscentroseducativos han sido utilizados para la distribución de desayunos escolares y otros apoyos alimentarios.
Para poder intervenir en los niveles de educación básica, se debe reconocer y restablecer el papel modelador de las y los docentes que permita coadyuvar en esta ardua tarea. Lo que implica cambiar los sistemas educativos y brindar una formación a las y los profesores que les permita abordar la compleja naturaleza de la mala nutrición por exceso o deficiencias entre la población infantil.
Las personas dedicadas a la docencia tienen el potencial para ser agentes de cambio en la vida de los estudiantesalasumirlaresponsabilidaddecrearunaculturadesaludyalimentaciónsaludabledentrodelentornoescolary reconociendo que esta influencia puede ir más allá de las aulas.
Loanteriordemandaunaatenciónmultiniveldelosde sistemaspolíticos,económicos,desaludyeducativospara trabajar en leyes y políticas públicas que logren espacios de formación y de ejercicio del docente para que, a su vez, pueda implementar estrategias curriculares pertinentes en materia de educación alimentaria nutricional con la intención de impulsar desde el poderoso ámbito educativo la salud de las presentes y futuras generaciones. Las y los docentes también se enfrentan a sus propias percepcionesycreenciassobreelcuidadodesusaludysuimagen corporal. Tenemos clara la demanda de elementos en su formación pedagógica para que pueda trabajar, junto con lasfamiliasyautoridadesescolares,enlaeducaciónnutricional y mejorar el ambiente alimentario.
La escuela y sus docentes tienen la capacidad de formar una sociedad más saludable