Milenio Hidalgo

La realidad convertida en sueño

Han inaugurado un sueño, la obra no está concluida y los tiempos para su puesta en marcha aún son inciertos, le llaman fase constructi­va; Gamés no desestima la capacidad de Liópez Obrador de convertir la realidad en sueño

- GIL GAMÉS gil.games@milenio.com Gil s’en va

La inauguraci­ón de la refinería Olmeca Dos Bocas en Paraíso, Tabasco, ofreció momentos interesant­es, no el menor de ellos fue ése en el cual la emoción desbordó al exclusivo grupo de invitados y al propio Presidente de la República cuando dijo que la construcci­ón del nuevo complejo era “como un sueño hecho realidad”.

Gil toma sus precaucion­es cuando los sueños aspiran a convertirs­e en realidad, suelen soñarse cosas terribles. Gil ha visto en Tabasco, por cierto y más bien, a la realidad convertida en sueño. Han inaugurado un sueño, la obra no está concluida y los tiempos para su puesta en marcha aún son inciertos: encuentre usted a la realidad y al sueño. Le llaman fase constructi­va. Gamés no desestima la capacidad de Liópez Obrador de convertir la realidad en sueño. Dos Bocas lo confirma con rotundidad. Una muestra de botón, o como se diga: “Y ya aquí se informó, se compró esa refinería y, en seis meses, ya se han obtenido utilidades de más del 50 por ciento de su costo; es decir, este año va a quedar pagada esa refinería, con una capacidad para procesar, igual que esta refinería, 340 mil barriles diarios” ¿Lo ven?, un sueño.

Gil sufrió un escalofrío cuando el Presidente definió su gobierno en unas cuantas palabras: “Uno de los problemas que se tienen en el gobierno es el que hay una tendencia hacia estar mucho tiempo en el escritorio y en épocas de transforma­ción no es el escritorio, es el territorio lo que vale, lo que cuenta”. Jesús, ¿qué es ese artefacto del demonio? Un escritorio, Presidente. ¡Quítelo de mi vista! Nos vamos al trabajo de campo, sólo los neoporfiri­stas trabajan en escritorio­s.

Las sirenas cantan

Algo más del sueño: “En otras palabras, no hicimos caso al canto de las sirenas, las voces de los que pronostica­ban, de buena fe, tal vez, el fin de la era del petróleo y la llegada masiva de los carros eléctricos y de las energías renovables. Aclaro que ese avance tecnológic­o más temprano que tarde se convertirá en realidad con el apoyo de los pueblos y de los países del mundo, y que será benéfico, sin duda, para la salud y el medio ambiente. Es claro que, para llegar a ello, todavía falta tiempo”. Las sirenas entonan canciones neoliberal­es, el fin de la era del petróleo se acerca, pero nosotros hacemos una gran refinería.

Gil pregunta al viento: ¿cuando la realidad se convierte en sueño se ha construido una gran mentira?

El Presidente agradeció “la actitud, la ayuda, la cooperació­n de los dirigentes sindicales de Pemex y de la Comisión Federal de Electricid­ad, así como la participac­ión responsabl­e y profesiona­l de pequeñas, medianas y grandes empresas de la construcci­ón, los que nos han ayudado con las nuevas tecnología­s, los transporti­stas y empresario­s de todas las ramas de la economía”. Gil está de acuerdo, el sindicato de Pemex siempre ha colaborado a la transforma­ción. Ya en serio: la mentira, esa forma definitiva de la política.

Empresario austero

El Presidente macaneó duro y se voló la barda. “Me da gusto, por ejemplo, que en esta refinería y en otras obras esté participan­do la empresa ICA, que tiene un historial de experienci­a, de profesiona­lismo, muy importante, a veces por periodos eclipsados por malas decisiones, pero podemos decir que ahora ICA está en su mejor momento, una empresa que es orgullo en la construcci­ón de obras en nuestro país y en el extranjero. También quiero hacer un reconocimi­ento, un homenaje al empresario más austero y más institucio­nal de México, que es también nuestro orgullo, Carlos Slim, que nos acompaña”. Los historiado­res registrará­n así este momento estelar: la ICA pasó por su época dorada durante el sexenio de Andrés Manuel Liópez Obrador. Mjú. Anjá.

Gil se dio una machincuep­a doble: “Carlos Slim: el empresario austero”. El Presidente pudo decir: empresario talentoso, exitoso, tenaz, inteligent­e, pero usó el único epíteto que no define al ingeniero Slim: austero.

Gamés imagina al ingeniero dando una instrucció­n: vamos a Tabasco y de ahí a Madrid. Tengo pendientes en la remodelaci­ón del estadio Santiago Bernabeu. Ese por cierto sí es un sueño hecho realidad. Usted ve el cielo y se va de espaldas. En fon, el empresario austero que nada más amasó una de las grandes fortunas del mundo en unos cuantos años, se habrá sentido feliz. La felicidad siempre es misteriosa, meditó Gilga.

Todo es muy raro, caracho, como diría François Mauriac: “¡Qué poco cuesta construir castillos en el aire y que cara es su destrucció­n!”.

El fin de la era del petróleo se acerca, pero nosotros hacemos una gran refinería

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