IA y democracia
Según datos de las Naciones Unidas, una tercera parte de la humanidad no está conectada a internet. El desarrollo exponencial de las Inteligencias Artificiales supone un problema y un reto a nivel global para evitar que la brecha tecnológica intensifique la desigualdad que en la era postpandemia se ha agudizado a pesar de las cifras que intentan poner la balanza a favor de políticas económicas tanto locales como globales: supongamos que por cada automóvil de lujo nuevo que se compra en Hidalgo (datos positivos que podemos ver circulando en las calles), unas 15 personas se ven obligadas a cazar algo de valor en la basura: basta darse una vuelta por el centro de Pachuca para ver a cada vez más gente rescatando PET al pie de los postes antes de que pase el recolector, o haber ido a la Expo Feria Tulancingo –la feria de los 1000 pesitos y tiempos de espera de hora y media– y visto a los niños sumergirse entre los asistentes al Teatro del Pueblo en busca de latas de aluminio…
El caso es que, a pesar de nuestro promisorio futuro, en julio del año pasado, en Ginebra, se llevó a cabo la cumbre Inteligencia Artificial para el Bien, organizada por la
Unión Internacional de Telecomunicaciones, en la que participaron gobiernos, sociedad civil, organismos de la ONU y empresas e innovadores tecnológicos… y más de 50 robots –la llamada Robótica para el Bien– que dictaron conferencias y mostraron su capacidad como cuidadores de ancianos,
Solo los países más ricos se benefician de la tecnología y la riqueza
asistentes médicos y personal de emergencia en caso de catástrofes.
Pero también se reconoció la posibilidad de un escenario distópico en el que la IA desplaza a la fuerza trabajadora más precarizada agudizando la desigualdad, se pone al servicio de la desinformación y manipula procesos democráticos, y en el que solo los países más ricos se benefician de la tecnología y la riqueza que generan las IA. El alto comisionado para los Derechos Humanos, VolkerTürk, afirmó que la condición y la dignidad humanas, así como todos los derechos fundamentales, están en grave peligro.
Yo creo, en todo caso, que el futuro distópico es nuestro tiempo, y que solo
_ la resistencia radical y el reflexionar las preguntas correctas nos salvarán de un escenario en el que, por ejemplo y pensando en el año que viene, la democracia se limite a quién puede operar mejor la tecnología a su alcance. Digo.