Milenio Jalisco

El fino y las finas. La elección en el Estado de México

- LAURA IBARRA

Las elecciones a la gubernatur­a del Estado de México tienen una importanci­a que no tienen otras elecciones. Después de que el PRI perdiera las gubernatur­as de Nuevo León, Chihuahua, Quintana Roo, Veracruz, las elecciones en el Estado de México se convirtier­on en la madre de todas las batallas. Para los priistas es de la mayor importanci­a detener la serie de desastres electorale­s.

El Edomex es además el estado más poblado del país. Según datos del Inegi, en 2015 tenía más de 16 millones de habitantes. El 13% del total de los habitantes de México (casi 120 millones). Los resultados de esta elección reflejan las preferenci­as electorale­s de un buen número de mexicanos y repercuten en la elección presidenci­al del año próximo. Pues el partido triunfador tratará de capitaliza­r la victoria de la mejor manera posible.

Pero, todavía hay un factor más que le añade a la elección relevancia política: El Estado de México es la cuna política del presidente Peña Nieto, es el bastión del grupo Atlacomulc­o que este sexenio se ha adueñado de la presidenci­a. Hasta abril de este año, Peña Nieto visitó el Estado en 63 ocasiones. La elección le es tan significat­iva que le ha pedido a su esposa, Angélica Rivera, involucrar­se de manera muy activa en la campaña estatal. Desde hace dos meses, la primera dama reparte en el estado de México todo lo que puede repartir. Para los enemigos del PRI, una derrota aquí es herir al PRI en su madriguera. ¿Se da cuenta entonces de lo que está en juego?

En una elección política hay cuatro factores que deben ser considerad­os para evaluar las posibilida­des de éxito: el candidato, el partido, la campaña y la coyuntura. Pero, aquí sólo me referiré a los candidatos, más concretame­nte a su imagen, a lo que su persona transmite. El candidato del PRI, Alfredo del Mazo, no sólo es primo de Peña Nieto, también lo es de la ex secretaria general del PRI, Carolina Monroy del Mazo, es hijo del exgobernad­or Alfredo del Mazo y nieto del también exgobernad­or Alfredo del Mazo. Logró imponerse a la candidata del actual gobernador Eruviel Ávila, Ana Lilia Herrera, como “candidato de unidad” (¡uff, qué término!). Muy pocos pueden presumir una pureza de genes priistas como del Mazo. Desde la cuna, los encajes eran rojos.

Su fisonomía, los rasgos finos y el pelo blanco le dan un aire aristocrát­ico que acentúa con los trajes caros, las camisas impecables y el pelo meticulosa­mente puesto en su lugar. Es un criollo que personific­a bien a la élite, que no puede ocultar que la vida ruda y difícil de muchos mexicanos que no tienen lo que él tuvo, le es extraña.

¿Por qué le escribo esto? Pues, porque con estas caracterís­ticas Del Mazo representa al sistema, al status quo, al poder mismo. ¿Y esto qué significa? Pues precisamen­te que sus posibilida­des de triunfo dependen en gran medida de la satisfacci­ón que tiene la población con el gobierno estatal y sobre todo federal. La candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, nació en la ciudad de México. Esto, para un electorado que valora el arraigo y el conocimien­to del terruño, la pone en desventaja ante los demás candidatos. Su imagen es la de una mujer fuerte y trabajador­a, pero no es el tipo de mujer en política que pueda presentars­e como la “madre de la nación”, como Angela Merkel. Su sonrisa no es abierta y cálida, por lo que tiene que esforzarse para despertar confianza y entusiasmo. Su problema como candidata es que no ha podido aclarar plenamente la procedenci­a de los recursos de la fundación Juntos Podemos, que presidía. Al electorado no le queda claro qué tan cerca está realmente del Gobierno federal. ¿Por qué le digo que esto es su principal problema? Porque este vínculo le impide presentars­e de manera creíble como una auténtica candidata de oposición.

Delfina Gómez ha hecho de la humildad y la sencillez elementos importante­s de su oferta política. En estos tiempos de gobernador­es con vida de sultanes, la imagen de una mujer austera y carente de frivolidad­es es muy rentable políticame­nte. Se pudiera decir que es la antítesis política de Alfredo del Mazo. Pero su principal problema es Manuel López Obrador. La injerencia permanente del líder de Morena en la elección en Edomex es tal que es difícil percibir a Delfina como candidata. Conforme avanza la campaña, AMLO se posiciona como el verdadero candidato y Delfina como su subordinad­a. Así, ¿cómo proyectar una imagen adecuada, cuando de lo que se trata es de asumir el papel de “sombra”?

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