Narcos y terroristas
La constante ejecución de personas está lejos de ser, solo a partir de las cifras, un genocidio. Ese debate en México quedó superado de tiempo atrás, acaso desde el propio sexenio de Felipe Calderón, porque los asesinatos de la delincuencia organizada no persiguen blancos masivos a partir de creencias religiosas o pertenencia de determinada raza o preferencia sexual, no son crímenes de odio sistemáticos en los términos en que la ley internacional adopta ese concepto.
Esta matanza entre criminales y la guerra de pillos contra fuerzas de seguridad, con las bajas civiles correspondientes a tan agitado escenario, son propias de la competencia por el mercado de drogas, el tráfico de personas y el secuestro. Sin embargo, ahora el secretario de Estado del gobierno estadunidense, Rex Tillerson, y el de Seguridad, John Kelly, no solo ven la “conexión” del narcotráfico con el terrorismo, sino que la perciben “muy clara” y con la pesadilla en curso: el Estado Islámico.
El gobierno de Enrique Peña simplemente dejó pasar ambas afirmaciones, la última el miércoles, de Tillerson, y no crea usted que en declaración banquetera. No. Fue ante el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes. Cualquier lector dirá que algo sabrán estos mandos del gabinete de Donald Trump para hablar de forma tan categórica y específica, pues señalaron a cárteles mexicanos.
Y en efecto, algo sabrán, considerando sus cargos. Por eso MILENIO consultó a autoridades federales sobre el tema, que descalificaron la especie, pero se negaron a hacerlo de manera oficial. La declaración de Tillerson se conoció la víspera de la reunión sobre los países del Triángulo Norte de Centroamérica, en Miami, a la que acudieron Miguel Osorio, José Antonio Meade y Luis Videgaray. Será por eso que no quisieron confrontar la versión del secretario de Estado, quien junto con Kelly también participa en la cumbre.
En espera de información detallada que documente ese “claro nexo” entre narcotráfico mexicano e ISIS, hay que diferenciar, como en el caso del genocidio, entre los distantes objetivos que cada una de estas mortales expresiones persigue con sus matanzas. Unos la supremacía de la venta de sus productos (drogas, mercancía pirata y personas), otros la propagación del miedo para imponer su ideología, dominar mediante la violencia con fines políticos. Dinero y poder.