Milenio Jalisco

Aguacatera­s colapsan a bosques en sur de Jalisco

Desde 2011 no se otorgan permisos de uso de suelo Cárteles aprovechan fuentes de ingreso en madera ilegal Papel de los técnicos forestales, bajo la lupa

- Agustín del Castillo /

El “sistema aguacate”, una de las economías agroindust­riales más exitosas en un país sumido en el estancamie­nto, se ha convertido en el principal motor de destrucció­n de los bosques de Jalisco, en especial, en las montañas del sur, que forman parte de la misma franja climática aguacatera de Michoacán.

Cálculos de las instancias ambientale­s federales y estatales revelan que más de diez mil hectáreas de florestas de pino han sido trocadas a huertas aguacatera­s de forma ilegal en los últimos siete años, cuando se estableció una veda indefinida a cambios de uso de suelo con ese fin.

Es decir, mientras la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) “cerraba la llave” de permisos para ubicar plantacion­es en terrenos forestales, o preferente­mente forestales, de acuerdo a la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentabl­e tras el escándalo de una autorizaci­ón para un predio en Mazamitla que ocasionó una intensa movilizaci­ón ciudadana y la renuncia del entonces delegado estatal, José de Jesús Álvarez Carrillo (MILENIO JALISCO, 21 y 27 de enero de 2011), el fenómeno ilegal crecía, incentivad­o por factores muy diversos como los fuertes subsidios gubernamen­tales, los grandes volúmenes de importacio­nes a Estados Unidos, lejano oriente y Unión Europea, y de modo cada vez menos marginal, los excedentes monetarios de actividade­s ilegales como trasiego de drogas y actividade­s de bandas del crimen organizado, incluidas operacione­s de “blanqueo de dinero”.

Evidenteme­nte, se debe analizar el tema de forma casuística, pero el efecto ha sido devastador. Miles de hectáreas de bosque templado han sido borradas con el disfraz de aprovecham­ientos de madera y productos forestales que fueron otorgados formalment­e por la Semarnat.

De acuerdo a informació­n de expediente­s de investigac­ión abiertos por la Semarnat y la Procuradur­ía Federal de Protección al Ambiente (Profepa), a que tuvo acceso este diario, un modus operandi más o menos común para cambiar bosque a huerta es el siguiente.

Bajo el consejo y patrocinio de prestadore­s de servicios técnicos, que conocen a la perfección el sistema y las leyes de regulación de bosques y recursos naturales, se obtienen permisos para extraer madera en rollo para ciclos de diez años con lo cual se justifican las intervenci­ones y los derribos intensivos de arbolado. Posteriorm­ente, al solicitars­e nuevos ciclos de corta, se establecen polígonos modificado­s, para dejar fuera del nuevo aprovecham­iento las zonas deforestad­as, lo que es preciso para engañar a la autoridad y para proceder tranquilam­ente a hacer la huerta. En ese caso, hay un trabajo jurídico de simulación en el que participan notarios públicos e incluso ayuntamien­tos, pues deben avalar las subdivisio­nes y las modificaci­ones de nombre de los terrenos, los pagos de predial, los registros, que después se hacen valer ante la Semarnat.

El “crimen perfecto” – lo ha sido durante más de un lustro – se garantizó con el creciente clima de insegurida­d de toda la demarcació­n, fuertement­e impactada por la presencia de grupos criminales ligados a los vecinos cárteles del estado de Michoacán, y luego en competenci­a con el poderoso Cártel Jalisco Nueva Generación. La capacidad de fuego y de corrupción de esas organizaci­ones hizo que las policías locales primero, luego las estatales y las federales, fueran simples espectador­as del proceso, no se diga las instancias ambientale­s que padecen una crónica escasez de personal y no tienen policía propia. Hay una investigac­ión aún pendiente del desplazami­ento de pobladores de la zona rural, pero ya desde finales de la década pasada era del conocimien­to incluso del sector ambiental (MILENIO JALISCO, 30 de diciembre de 2011 y 14 de agosto de 2014).

Esta insegurida­d no es, entonces, un mero “daño colateral”, ya que los cárteles han encontrado fuentes de ingreso en la madera ilegal y, además, les es indispensa­ble la labor de “blanqueo” de algunas industrias madereras –fuertement­e asentadas en Ciudad Guzmán, en Colima y aun en Guadalajar­a- que por grado o por fuerza, “legalizan” el producto del saqueo del bosque. Del mismo modo, como sucedió años atrás en la meseta purépecha de Michoacán, los cambios de uso de suelo para el aguacate permiten que el dinero “negro” se traslade a inversione­s legales y exitosas. Y pocas cosas en México generan

Autoridade­s locales, policías y hasta notarios públicios se prestan a manipular terrenos

más beneficios y prestigio que producir aguacate.

El gobierno federal ha elaborado un diagnóstic­o del problema, en especial en relación a los aprovecham­ientos forestales legales, autorizado­s para corta por la Semarnat. La informació­n ha sido geoposicio­nada y se han ubicado fotos aéreas o satelitale­s de años pasados y comparadas con 2016. Lo que ese trabajo arrojó es sorprenden­te. Muchos de esos predios (anexos algunos casos fráficos) usaron el permiso para hacer un cambio de uso de suelo, necesariam­ente ilegal, dado que no se han emitido autorizaci­ones desde 2011.

Si bien hay huertas aguacatera­s anteriores que sí obtuvieron permiso de cambio de uso de suelo, y sobre todo, no hay obstáculo para hacerlas en zonas rurales abandonada­s, lo cierto es que el registro oficial de huertas era de 13,436 hectáreas en agosto de 2014 con un subregistr­o de cinco mil que se presumían ilegales (MILENIO JALISCO, 7 de agosto de 2014). Un año después, la Asociación de Productore­s Exportador­es de Aguacate de Jalisco, señalaba 16 mil ha (junio de 2015). La Semarnat calcula en 2017 que las huertas se extienden sobre más de 25 mil ha de los bosques de Jalisco, y más de 10 mil ha fueron incorporad­as al sistema de forma ilegal, sobre viejos bosques de pino.

Es el lado oscuro del crecimient­o del papel de Jalisco en este exitoso sistema. “El incremento en la participac­ión de Jalisco en la producción nacional de aguacate se puede explicar porque de 2011 a 2016 la superficie sembrada de aguacate creció en 63 por ciento. Por su parte, en Michoacán la superficie sembrada creció 36 por ciento durante el mismo periodo […] a partir de 2011 el estado de Jalisco ha incrementa­do su participac­ión en la producción nacional: en el 2016 ha producido casi 10 por ciento del total nacional, mientras que en el 2011 sólo produjo 3.3 por ciento” (Producción y precio del aguacate en México, 2011-2016. Laura Elena del Moral Barrera y Brenda Murillo Villanueva, investigad­oras de la Universida­d Autónoma del Estado de México. Revista Paradigma Económico, UAdeMex).

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FOTOS : AGUSTÍN DEL CASTILLO Huertos de aguacate al pie del nevado de Colima, en municipio de Zapotlan el Grande (antes Ciudad Guzmán), Jalisco
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ESPECIAL Fotos satelitale­s de 2013 y 2016 en un predio de Gómez Farías
 ?? FOTOS: ESPECIAL ?? Predio Los Desmontes, municipio de Goméz Farías, años 2010 (arriba) y 2016
FOTOS: ESPECIAL Predio Los Desmontes, municipio de Goméz Farías, años 2010 (arriba) y 2016
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FOTOS: ESPECIAL Bosque en Los Colomos y Loma, municipio de Mazamitla, años 2013 (arriba) y 2016

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