La presentación
Abrimos este espacio de debate, donde contrastaremos las diferentes visiones para visualizar y definir la ciudad a la que aspiramos
Desde que el hombre se volvió sedentario comenzó a formar comunidades que a través de los años se fueron desarrollando hasta formar ciudades. Estos centros de población siempre fueron formados bajo ciertas condiciones básicas: primero, cerca del agua, llámese ríos lagunas o mares; segundo, para protegerse entre sí y, tercero, por aspectos eminentemente económicos, donde el intercambio de bienes y el comercio era fundamentales para su subsistencia y desarrollo. Según el Arq. Jorge Bitar Ramírez, desde la aparición de los asentamientos urbanos, la construcción y crecimiento de la ciudad antigua, las primeras revoluciones urbanas en Mesopotamia, Fenicia, Egipto, Creta y el origen de la ciudad griega, el ordenado urbanismo romano, el desordenado y laberíntico urbanismo medieval, el paso agigantado del renacimiento a la modernidad, la ruptura de paradigmas generadora de la revolución industrial, el crecimiento desordenado de la ciudades modernas, la búsqueda utópica de la ciudad ideal y el desarrollo de teorías urbanas, gestoras de la ciudad contemporánea, todas son respuestas a los modelos económicos e ideológicos de su tiempo.
Las ciudades desarrollaron una vocación natural, que es la forma de expresar su personalidad frente al mundo, sin embargo, la vocación no es algo innato. Se puede englobar bajo la denominación de un proyecto de ciudad, determinado por cuatro factores básicos; su historia, el medio físico natural, la sociedad y el grupo cultural que la forman así como su economía. Desafortunadamente, la ciudad se volvió un bien de consumo que se ofrece como toda mercancía, busca demanda, se hace atractiva y se vende, no sólo a sus habitantes de su entorno, área metropolitana o región, sino a extranjeros, en busca de ingresos y recursos que proporcionarían estabilidad económica a sus arcas, a la de sus inversionistas y, por último, a sus residentes. En el proceso olvidamos que las ciudades son para vivir en comunidad con una mejor calidad de vida, mediante la integración, al medio ambiente y la historia, de la forma de pensar de sus habitantes.
Hoy las mayores crisis en las ciudades –y más en las áreas metropolitanas– se centran en los temas básicos y los motivos por los que fueron fundados los primeros núcleos urbanos: el agua, la seguridad y su economía, pero además por el crecimiento de la población y la transformación de las comunidades de rurales a urbanas. Hoy presentan un componente extra que es el desorden generado en las ciudades por falta de una planeación integral de largo aliento y más aún cuando hablamos de una conurbación de varias ciudades, hoy llamadas metrópolis. La falta de una planeación integral en todos los aspectos que requiere esta forma de comunidad se hace más compleja, pues intervienen otros factores que una sociedad moderna y globalizada requiere. Bajo este modelo de ciudad el recuento de daños es el siguiente: Excesivo crecimiento horizontal y especulación del suelo. Falta de infraestructura. Falta de transporte público eficiente. Falta de competitividad como ciudad. Altos índices de contaminación. Falta de espacios públicos y equipamiento. Falta mantenimiento. Perdida de la cohesión del tejido social.
El fenómeno urbano en México, en los últimos años, ha rebasado todas las expectativas, debido, principalmente, al crecimiento explosivo del mismo; los intentos para regularlo por parte de la Federación, los Estados y los Municipios han sido numerosos y dispersos. En este aspecto el Colegio de México puntualiza:
“Desafortunadamente, a fines del siglo XX la normatividad de las principales metrópolis del país manifiesta un conjunto de problemas, incongruencias, contradicciones y dificultades que se presentan en las leyes, decretos, reglamentos, planes y otros instrumentos jurídicos que las regulan”
Hoy en el área metropolitana de Guadalajara estamos ante un reto histórico: seguir pensando en un conglomerado donde el destino unió a varias ciudades y en donde inevitablemente tenemos que convivir, pero con diferentes visiones e intereses, bajo un modelo que en lo individual fracasó y el recuento de daños es mayúsculo, o en vernos como una metrópoli, como una sola ciudad con diferentes características pero con problemas comunes, donde la solución a los problemas sea resuelta en conjunto y de manera equilibrada, creando un desarrollo urbano, económico, social e institucional de forma integral y armónica.
Pero ¿Qué pasa con la población? Se nos olvidó que las ciudades son para sus habitantes y la sociedad. Como ciudad o metrópolis, el AMG ha estado en una constante transformación en su estructura, en su forma de vida, en su forma de relacionarse y en la manera en que toma decisiones. De un modelo vertical para la toma de decisiones, estamos en una etapa de transición hacia un modelo horizontal para tal efecto, debido a que hay comunidades y núcleos de población que cuentan con más fácil acceso a la información, y por tanto están mejor informados, a la consolidación de la población urbana, a una gran población de jóvenes con oportunidades de movilidad a nivel mundial y a la incorporación de la tecnología a la vida cotidiana.
Por tales motivos la diversidad de opiniones son múltiples y variadas, y esto va generando un gran debate entre las diferentes formas de ver la ciudad o metrópoli, en donde debemos reconocer que, de cara a la conformación de políticas eficaces de gestión, promoción y desarrollo en una ciudad, no debemos olvidar que la civitas está compuesta por el ciudadano, la comunidad orga- nizada en sus diferentes formas como asociaciones civiles, las ONG’s, cámaras empresariales, los comités vecinales, los interlocutores públicos o líderes de opinión, los organismos técnicos ciudadanos y los políticos.
Hoy se requiere que, como sociedad, nos pongamos de acuerdo en la casa común que merecemos, la que es nuestra ciudad, reconociendo la diversidad de opiniones, de grupos de la sociedad civil organizada, intereses, niveles socio-económicos y culturales. Esto requiere una población informada, con oportunidades y espacios para manifestar opiniones, requiere debates serios con información y medios de comunicación entregados a la tarea de construir capacidades para hacer comunidad.
Así pues, concluimos que desde el inicio en la historia de la humanidad sedentaria y radicada geográficamente, se van sumando en el tiempo, conceptos y requerimientos humanos, como la necesidad de pertenencia y de apropiación del lugar. Al concepto básico de “qué somos” se añade el “de dónde somos” y “cómo convivimos”. En ese sentido, todos los ciudadanos aspiramos y tenemos derecho a la sana convivencia en la ciudad y con la ciudad.
En virtud del crecimiento demográfico, los modelos sociales y económicos, y la evolución del pensamiento científico, se han creado a través del tiempo nuevas maneras de producir, crear, construir y convivir. La historia del urbanismo como la forma en que el hombre se ha organizado en ciudades, desde hace más de 11,000 años, ha sido de un constante cambio.
Hoy en día nos encontramos en una etapa del desarrollo humano donde la población urbana supera a la rural. Donde las redes de ciudades y las conurbaciones forman metrópolis y megalópolis de tamaños y retos nunca antes vistos en la historia de la humanidad. Nuestra ciudad no es la excepción, el área metropolitana de Guadalajara (AMG) alberga a 4.7 millones de habitantes y los problemas municipales se convierten en verdaderos retos metropolitanos que implican la forzosa coordinación de esfuerzos entre Guadalajara ciudad y sus 8 pares municipales.
Con la idea de poner en perspectiva todos estos retos sobre lo común, lo distinto y lo afín, abrimos este espacio de debate, donde contrastaremos las diferentes visiones de ciudadanos y expertos en la materia, que nos permitan visualizar y definir la ciudad a la que aspiramos en el mediano y largo plazo. Pongamos pues, LA CIUDAD A DEBATE.