El costo de la democracia; más allá del voto
Aunque parezca una perogrullada, la democracia nos cuesta tanto, porque ese es el nivel en el cual valoramos el voto sobre otros aspectos, a tal grado que se está proponiendo para este siguiente ejercicio fiscal un gasto de $18 mil 226 millones de pesos para su mantenimiento. Nuestra forma de gobierno sigue siendo un régimen centrado en la competencia, y por ende todos nuestros costos se enfocan a colmar este enfoque. Situación distinta ocurre en países que se centran en la función sustantiva de la democracia, es decir en solucionar los problemas de la sociedad.
El voto, por supuesto que es importante, pero en no menos ocasiones olvidamos que es sólo un medio que no debe ser sobredimensionado. El perfil del representante popular a ocupar un puesto es un factor determinante; pero lo es más, la calidad de sus propuestas, y la experiencia que tiene para lograr su cometido. En México parece que sólo nos quedamos en una de varios “rostros” de nuestra forma de gobierno, dejando a un lado el aspecto meritocrático, la función que tiene todo el resto del servicio público.
Se nos olvida sobre todo que más allá del Poder Legislativo y del Ejecutivo existe una serie de contrapesos denominados organismos constitucionales autónomos que se les deja en un plano presupuestario muy por debajo de los poderes arriba señalados, como si fueran meros auxiliares, cuando deberían ser considerados con la misma jerarquía en cuanto a competencia. Tan es importante la función de diseñar leyes, como es la vigilancia en el cumplimiento de la rendición de cuentas que realiza el IFAI, o la prevención, sanción y combate a la corrupción que se avocará el recién creado Comité Coordinador del Sistema Nacional Anticorrupción.
Nos hace falta ligar democracia con la lucha a la pobreza, con garantía de los derechos humanos, y desarrollo sostenible, de lo contrario, nos limitamos a los márgenes de un territorio demasiado pequeño en donde somos absorbidos por la inercia de una metodología presupuestaria centrada y para el voto, y no para mejorar la calidad de vida de las personas.
Por ello, hemos sostenido que el principal enfoque de nuestra democracia debe ser la dignidad humana, a efecto de ponerle el rostro de cada uno de nosotros y aceptar su naturaleza multifacética; y logrando sobre todo, un gasto racional para contar con un gobierno basado en resultados y con miras al futuro.
Propuestas como el mínimo vital, tabuladores universales, combate a la corrupción a través de una rendición de cuentas para la gobernanza y de resultados, han y seguirán siendo nuestra bandera. La política sólo vale en la medida que genere resultados visibles, y porqué va más allá de lo que depositamos en las urnas. Inclusive hemos propuesto el que se elimine la propaganda sin contenido, logrando en Jalisco que se regule el contenido de los debates para subir el nivel de calidad que en éstos se dan para ofrecer soluciones viables a la población.
Toda democracia tiene un valor, pero en la medida que seamos coherentes con sus valores, y decidamos pintar nuestro gobierno con nuestros ideales y metas, con acciones y métodos reales, podremos lograr una democracia que nos cuesta en la cantidad proporcional que debe dar resultados para una vida en paz y en futuro.