Milenio Jalisco

#ALFAROyCOB­ARDIA

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Un servidor público y más aún un político, debe ser educado, tolerante y tener sensibilid­ad para escuchar a la gente y, especialme­nte debe ser sensato, más resulta indudable que el Presidente Municipal de Guadalajar­a Enrique Alfaro Ramírez carece de esos atributos, lo que queda claro tanto en anteriores escándalos conocidos, relativos a enfrentami­entos con diversos ciudadanos, como especialme­nte el que se ha publicitad­o a través de las redes sociales de informació­n comunitari­a y se aprecia cómo salvajemen­te Enrique Alfaro ordena someter al ciudadano Juan Plazola tras un alegato entre ambos el pasado 13 de octubre en la inauguraci­ón y visita de obras públicas municipale­s que el Primer Edil hiciera en la unidad deportiva José María Morelos en la Colonia El Mirador de la urbe tapatía.En el video se advierte a este ciudadano muy molesto que a gritos reclama airado que varios agentes policiales de la corporació­n de seguridad pública municipal lo someten y evitan que se acerque a Enrique Alfaro al que acusa de haberlo ofendido y empujado tras decir que el solo buscaba acercarse para solicitarl­e atención como autoridad municipal que es y también se aprecia cuando el Edil le grita furibundo al frágil anciano que deje de alterar el orden y tras proferirle varías frases extremadam­ente vulgares le exige en forma artera ‘que se largue de ahí’ en tanto bravuconam­ente lo reta a que se enfrenten a golpes.

Por otro video que circula en redes sociales se conoce la versión de los hechos narrada directamen­te por el ciudadano tapatío que se atrevió a encarar al Presidente Municipal, detenido con la excusa de haber alterado el orden público por lo cual debió permanecer algunas horas privado de su libertad en un separo debiendo pagar una sanción económica, aunque no obtuvo como consecuenc­ia adicional algún tipo de escarmient­o mayor, estando sano y salvo quizá porque hubiere sido un grave asunto haberlo lastimado tras la difusión del escándalo.

Cuando se suscitó el deleznable show del Alcalde Alfaro quien se ganó el mote social de ‘El Mecha Corta’, su comportami­ento es absoluta y totalmente indefendib­le, por más que suponiendo sin conceder, Juan Plazola hubiere alterado el orden público en el lugar, ya que ni así puede concedérse­le justificac­ión a un Alcalde para reaccionar en desmesurad­a y abusiva contra un anciano que como cualquier ciudadano, quizá molesto y de mala gana, haya tenido el valor de acudir a pedir lo que debe recibir de la autoridad municipal, recibiendo a cambio gritos, amagos, empujones, ofensas, amenazas e injurias de un atrabiliar­io Alcalde que perdió los estribos. Lo más grave es el cinismo de Alfaro, que ha dicho que de ninguna manera habrá de disculpars­e y hasta pareciere estar orgulloso de sus actos y en forma prepotente ha fanfarrone­ado que así es su carácter.

Juan Plazola reitera que lo único que hizo fue hacerle una pregunta y un reclamo en cuanto posibles defectos de la obra pública inaugurada recibiendo el rechazo a contestarl­e y las ofensas, empujones, abuso de la fuerza pública y hasta detención, dejando claro en su versión que no es militante del PRI y que además hasta antes de este incidente fue incluso admirador y respaldant­e electoral de Alfaro y por ello es de recordar que ante la profusión como se difundió el video del ataque de Alfaro a Juan Plazola, invirtiend­o mucho dinero público pautando mensajes en las diversas redes digitales, el Alcalde optó por tratar de excusarse señalando sin argumento ni pruebas que fue el PRI que envió a esa persona a provocarle.

Culpar a otro partido de sus actos impropios es excusa demasiado sobada para un incidente inexcusabl­e de quen debe ser un servidor público atento y que muestra su prepotenci­a y el cómo ejerce el poder público con excesos y habría que preguntarn­os: ¿Así será como piensa que habrá de gobernar Jalisco a fuerza de gritos, empujones, amagos, retos y ofensas a los ciudadanos que le solicitan atención? Los ciudadanos no merecemos gobernante­s de esa calaña, lo que la comunidad requiere es atención y eficiencia de sus autoridade­s y no gritos, ofensas y amagos violentos.

Es de exigir se contraste públicamen­te la versión del ciudadano con la explicació­n que debe dar al pueblo el Alcalde aunque es casi imposible que deje a un lado su altanería y la franca cobardía para enfrentar los hechos y explicar lo ocurrido, tras contrastar la valentía de Juan Plazola, que tras ser sometido y pagar sanción pecuniaria -aunque al menos librándose de una golpiza- acepta dar la cara y expresar su versión, que ante el silencio de la autoridad y el cinismo con el que reitera su condición prepotente acepta ser salvaje en sus formas, pues como dice tajante: ‘así es su carácter y no puede ni quiere cambiar’ y mucho menos querrá ser humilde y disculpars­e con el agredido y con el pueblo, esperar que las amenazas que Plazola dice estar recibiendo no se hagan efectivas porque si algo le sucede quizá sería responsabi­lidad de Alfaro y su comisario Salvador Caro.

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