Descarados intereses y desaforados prejuicios en la prensa
La prensa es en ocasiones un tanto extraña, debo decirlo yo mismo, que soy parte de la gran maquinación: Elio Di Rupo, el mandamás del Partido Socialista en Bélgica, soltó unas declaraciones apoyando a los separatistas catalanes luego de que Puigdemont y los suyos se hubieran exiliado fugazmente en la amable nación brabanzona. Por su parte, Jan Jambon, el ministro de Justicia de los belgas, pareció apoyar no sólo la causa independentista sino condenar las intervenciones del Estado español. Lo puedo consignar en estas líneas porque lo leí en un diario, La Libre Belgique, en el cual las declaraciones de Di Rupo, antiguo primer ministro, fueron calificadas de “deslices”, y que refirió también las posturas del señor Jambon. Ah, y, aparte, al antiguo jefazo de la Generalitat lo dejaron en plena libertad las autoridades judiciales de Bélgica.
Muy bien, pero, ¿qué fue lo que reseñaron al día siguiente los periódicos españoles? Pues, nada de esto: se limitaron a denunciar que Puigdemont había intentado sembrar aviesamente la discordia entre los flamencos y los valones, y eso, en una nación marcada también por las tensiones entre las distintas comunidades. Ninguna palabra del apoyo oficial a Puigdemont y tampoco referencia alguna a que su aventura “sediciosa” no le hubiere merecido una pena de prisión firme en el Reino de Bélgica. Tampoco nos notificaron que al hombre lo dejaron libre los belgas a las primeras de cambio.
Es curioso, como decía yo al comienzo de la parrafada anterior. También te llama la atención esa naturalísima disposición que tienen algunos medios para recuperar y validar informaciones que no son enteramente comprobables: el tema de
Los 43, con perdón, no es un “oscuro asunto pendiente” de la Procuraduría General de la República sino algo que ha sido resuelto con inusual diligencia; las investigaciones de la Universidad de Texas sobre Los Zetas no tienen el suficiente valor probatorio como para que la prensa mexicana emprenda una furiosa cacería de brujas; los resultados de las elecciones que perdió Obrador no hubieran debido despertar una epidérmica condena en los semanarios europeos… ¿Qué hacemos?