¿Cuántos Meade para una sola campaña?
Desde las palabras de Luis Videgaray en su predestape, hasta ayer en sus primeras declaraciones y las de sus nuevos mejores amigos priistas, queda claro que José Antonio Meade será el candidato de la continuidad.
Dos décadas en el servicio público en lugares donde se tomaron decisiones importantes, más sus muchos discursos y declaraciones defendiendo el modelo de desarrollo, los gobiernos de las últimas décadas y sus acciones, lo convierten, para la boleta del 18, en el representante del statu quo. Eso tiene su valor. Hay en todos los electorados un grupo conservador que prefiere eso a cualquier cambio.
Lo que no está claro es si hoy en día eso le alcanza.
El segundo atributo de Meade, porque así lo habían vendido, sería su apartidismo. En un momento en que los partidos tienen calificaciones a la baja, en que muchos electores dicen que jamás votarían por el PRI, Meade podría posicionarse como el menos priista de los priistas y tal vez convencer a algunos de esos indecisos.
El problema es, como lo vimos ayer, que será muy complicado en los próximos meses caminar entre ambas pistas. En unos minutos, el priismo más rancio, más viejito, lo pintó de tricolor y Meade fue a pedirles que lo hicieran suyo.
Y seguramente en unos días lo escucharemos con algún discurso hablando de modernidad, de la técnica, de lo que ha hecho y de lo que sabe. Y que tiene poco que ver con las fuerzas que ayer lo aclamaron.
Tendrá que idear también, y no será sencillo, algún discurso para alejarse de un Presidente con baja calificación sin descalificar las políticas públicas que él mismo ha instrumentado desde sus muchas posiciones en el gabinete.
Y después tendrá que entrarle a temas de los que, a pesar de sus múltiples responsabilidades en 20 años, ha estado alejado. Pienso, por ejemplo, en seguridad.
¿Qué piensa el prestigiado miembro de los gabinetes de Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón de la estrategia de seguridad de ambos gobiernos en tiempos en que la violencia homicida rompe récords?
En 2000, en 2006 y en 2012, los candidatos de los partidos en el gobierno han sufrido en las urnas.
Meade tendrá que hacer varios actos de magia para no correr la misma suerte.