EL NIÑITO DIOS Y SANTA LLENARON DE JUGUETES Y CARAS FELICES
Las calles aún desiertas a las 10 de la mañana, comenzaron a ser pobladas por una niñez que disfruta los regalos de estreno por humildes que sean
Santa Claus o el Niño Dios en muchos hogares tapatíos llegaron puntuales a la cita: al amanecer del 25 de diciembre entregaron juguetes, ropa y otros regalos a las niñas y niños, que de pronto comenzaron a poblar las calles de esta zona metropolitana, prácticamente desiertas todavía a las diez de la mañana, con sus nuevas adquisiciones.
Desde bicicletas y patines –los juguetes más notorios–, hasta muñecas, Barbis, bebés llorones, vehículos que van desde carritos de plástico hasta inexplicables transportes capaz de transformarse. O los ‘todo terreno’ empujados por batería, dinosaurios, superhéroes, personajes de la ‘peli’ más reciente forman parte de los obsequios más comunes con los cuales salieron a pasear hoy. Una estampa que no se repite igual en otros días del año.
Ceci de seis años, fue una de las primeras en arribar a la ciclovía del bulevar Marcelino García Barragán para estrenar uno de los tres regalos que le trajo el Niño Dios. La solitaria ruta, a falta de la Vía RecreActiva de los domingos y otros días de asueto, se convirtió en el mejor lugar para que su papá le enseñara a andar en patines. Ambos disfrutaban el paseo.
“Mucha emoción”, dice Ceci que sintió cuando vio sus regalos. Como buena deportista, no faltó en su kit de patinadora casco y protecciones.
A Samuel de siete años le trajo el Niño Dios una bicicleta, que descubrió en cuanto se despertó, tras cumplir un ritual que vivieron también sus padres y abuelos cuando fueron niños: Apenas abrió los ojos y saltó de la cama rumbo al árbol de Navidad.
La ropa fue parte del estreno de muchos –delataba a los vástagos adolescentes que ya cambiaron de intereses-.
En la plaza principal de Tlaquepaque, nadie disfrutaba la mañana fresca pero agradablemente soleada, como Leo, de tres años, quien jugaba con su mamá. Sin ningún prejuicio, su papá lo miraba divertido, mientras la rubia muñeca cabezona daba piruetas y saltos al vacío dignos de paracaidista. A unos pasos, su hermano de siete manejaba un vehículo anfibio a control remoto. Además compartió que “le llegó” de regalo una bici nueva “y el año que entre cuando Leo crezca le voy a regalar la otra”.
Así las caras felices se repiten, por humilde que sea el obsequio de quien lo empuña. De padres complacidos paseando con sus hijos, en una convivencia envidiable. Hasta los bebés, como Ian, estrenan algo: él viajaba en un original cochecito de empujar.
Como parte de la tradición, este Día de Navidad los juguetes se sacan, se disfrutan. Arrebatan la quietud de la cuadra (todavía es posible para muchos), dan el toque en la calles, pero ciertamente son el espectáculo en plazas y parques.
Como parte de la tradición, este Día de Navidad los juguetes se sacan, se disfrutan