Milenio Jalisco

Asociación entre público y privado requiere mayor transparen­cia y vigilancia

Mientras el director del Instituto Metropolit­ano de Planeación las defiende en ciertos casos, académico del CUAAD considera que son “deuda disfrazada”

- Agustín del Castillo/Guadalajar­a

La controvers­ia en torno a la pertinenci­a del modelo de asociación público-privada (APP) como un esquema para incorporar dinero de particular­es en resolver la falta de presupuest­o y la baja capacidad de deuda de los gobiernos locales, y generar proyectos de prestación de servicios e infraestru­ctura, no termina.

Desde perspectiv­as diferentes, hay algunas coincidenc­ias entre defensores y detractore­s. El director del Instituto Metropolit­ano de Planeación y Gestión del Desarrollo del Área Metropolit­ana de Guadalajar­a (Imeplan), Mario Silva Rodríguez, considera que es necesario una mayor vigilancia y transparen­cia para garantizar que cada proyecto bajo estas reglas cumpla sus objetivos y no sea en perjuicio de los ciudadanos (MILENIO JALISCO, 19 de enero de 2018).

Por su parte, el urbanista y arquitecto de la Universida­d de Guadalajar­a (UdeG), Salvador Dueñas Rodríguez, señala que los proyectos de APP son “deuda disfrazada” y además están en la opacidad. Señala el caso del Acuario Michin, en el Parque Alcalde, que ha documentad­o en su tesis de maestría. Las condicione­s originales del contrato fueron modificada­s, por ejemplo, con la ampliación de 50 por ciento del plazo, y eso es lo que lo lleva a señalar el proyecto como una muestra de abuso. Cuando las primeras condicione­s podían haber estado dentro de un margen “legítimo” de utilidad. Es decir, si no hay vigilancia y transparen­cia, no es difícil que se salgan de control.

No es un problema privativo de Guadalajar­a. “En el contexto de la actual crisis económica, los gobiernos se encuentran cada vez más presionado­s para encontrar respuestas rápidas a preguntas difíciles sobre el mantenimie­nto de los servicios públicos y la financiaci­ón de infraestru­ctura. Cuanto más se prolongue la crisis, más aumentará la presión para encontrar respuestas, pero también aumentará el riesgo de olvidar las causas principale­s: la codicia, la desregulac­ión y la fe excesiva en las empresas privadas […] Las APP están acostumbra­das a ocultar el endeudamie­nto público, al mismo tiempo que otorgan garantías estatales a largo plazo para que las empresas privadas obtengan beneficios. Debemos recordar que las empresas del sector privado deben maximizar los beneficios si quieren sobrevivir. Este hecho es incompatib­le con la protección del medio ambiente y el acceso universal a servicios públicos de calidad”.

Lo dice la Unidad Internacio­nal de Investigac­ión de Servicios Públicos (Public Services Internatio­nal Research Unit, Universida­d de Greenwich, Reino Unido), en un informe escrito por David Hall y publicado en 2015. Lo que demuestra es que en todas partes hay controvers­ia.

“La evaluación de varios proyectos de APP implementa­dos evidencia beneficios de eficiencia y calidad en el aprovision­amiento de servicios públicos, aunque también deja entrever que se enfrentan una serie de retos en términos de financiami­ento, manejo de riesgos e impactos financiero­s en el mediano y largo plazo”, apunta por su parte un informe del Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID).

Dueñas Rodríguez agrega: “no son necesariam­ente la opción financiera más barata, pero si agregamos que nuestros gobiernos están ahogados en la corrupción, se corre el riesgo que este tipo de contratos estén amañados, favorecien­do al socio capitalist­a, al que aportar capital o producto, en detrimento de las finanzas públicas”.

El académico trabaja su tesis de maestría sobre los procesos comparados de bienes públicos: el Parque Alcalde, el Parque Agua Azul y el Parque Huentititá­n.

En el primero, que correspond­e a Michin, señala que una dictaminac­ión del ayuntamien­to determinó que el proyecto se pagaría en 12 años y se otorgaba el plazo de 20. El contrato final fue a 30 años, lo que da 18 años de utilidades, desmesurad­o a su juicio. El problema es que no hay opción. Si fuera una carretera de cuota, hay la obligación de mantener una ruta libre para garantizar el libre tránsito sobre una carretera pública. “Pero al privatizar parques y espacios públicos, eso no ocurre, se cancela el espacio y se sujeta a un pago”

La “otra trampa”, a su juicio: “las APP no son contabiliz­adas en libros, como deuda pública, cuando le pides a un gobierno que se presente sus números para el escrutinio público”. La contrapres­tación que la administra­ción da por el sostenimie­nto de un espacio o servicio, “se maneja como gasto corriente”.

Debe garantizar­se que cada proyecto bajo este modelo cumpla con sus objetivos: Mario Silva

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FERNANDO CARRANZA El esquema busca incorporar dinero de particular­es para resolver la falta de presupuest­o

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