Como Venezuela
En Venezuela están asustados. Corre el rumor de que se van a parecer a México. No sólo por el montón de homicidios o por la violencia aquí. No sólo por el deterioro a las condiciones de salud pública y escolaridad, que ellos lograron levantar gracias a la colaboración de médicos, enfermeras y maestros cubanos (a cambio de crudo venezolano que refinan en Cuba). Venezuela tiene 220 médicos por cada 100 mil habitantes; México tiene 130; Cuba 590; Estados Unidos 276; Alemania 354. Su temor ahora es por el precio de la gasolina. Según una ilustrativa nota del 4 de enero de CNN en Español (http://cnnespanol.cnn. com/2018/01/04/cuanto-cuesta-la-gasolina-enamerica-latina/) ocurre que “Los precios de los combustibles en la región van desde los 0.03 dólares en Venezuela, hasta los 6.03 dólares en Uruguay según el sitio Global Petrol Prices. com, que hace seguimiento de los precios de los combustibles en más de 150 países y que publicó una lista actualizada.
Dice CNN que: “la variación, según Global Petrol Prices.com, se debe a los diferentes impuestos y subsidios para la gasolina”; y deja entrever que se trata de una consigna global para que suba y fluctúe el precio. En Venezuela anda como a medio peso mexicano cada litro. Se expende en dos octanajes: de 91 y de 95 octanos. Casi regalado.
Desde hace 20 años se ha sabido que los huachicoleros mexicanos son niños de teta en comparación con los contrabandistas colombianos de la gasolina barata venezolana. No hace falta tener erupciones de sospechosismo para barruntar que en ambos casos hay fuertes complicidades, paralelas, con el personal de PDVSA o de PEMEX, respectivamente.
Hasta buques-tanque utilizan los contrabandistas colombianos en la frontera con Venezuela para llevarse la gasolina barata venezolana a venderla en la vecina Colombia, donde según las tablas publicadas por la citada CNN en Español, la gasolina tiene un precio equivalente a 80 centavos de dólar (cómo 15 pesos mexicanos). Como se podrá ver, es un negocio redondo comprar gasolina en Venezuela y después venderla al otro lado de la frontera.
En Venezuela viven más de 3 millones de colombianos, muchos de ellas o ellos dedicados al servicio doméstico. No se necesita mucha imaginación para ponderar lo mal que se vive en Venezuela y lo bien que vive el pueblo trabajador en la fraterna Colombia.
Resulta oportuno recordar aquí el atorón (ya mencionado en este espacio el pasado 2 de enero) que está sufriendo el pueblo colombiano, porque los terratenientes enquistados en el Congreso colombiano se niegan rotundamente a que el presidente Juan Manuel Santos cumpla con los acuerdos recientes establecidos entre las FARC y el gobierno constituido en materia de reforma agraria.
El 1.4 por ciento de los propietarios rurales es dueño de la mitad de la superficie agropecuaria de Colombia. Ahí está el meollo de la guerra o la paz. (La amnistía, en cambio, ha contribuido a una reducción espectacular de la violencia general).
Ya es conocida la batalla (poco exitosa) que está dando el gobierno venezolano contra el deliberado acaparamiento de alimentos y otros productos de subsistencia popular.
Allí todo el mundo tiene claro que esas maniobras de distorsión comercial van más allá de las prácticas torcidas en el ámbito meramente mercantil. La gente sabe que tiene la clara intencionalidad política de desestabilizar el orden público venezolano, que tanto incomoda al poder oligárquico petrolero mundial.
Qué divertido que ahora aparezca alardeando en las redes sociales nada menos que Juan José Rendón, colega venezolano de aquel catalán Antonio Solá que después de haber sido contratado para la guerra sucia del “peligro para México”, obtuvo el 5 de diciembre de 2006, (5 días después de tomar posesión “haiga sido como haiga sido” Felipe Calderón), la nacionalidad mexicana que ahora ostenta. Por ahí andan de vuelta los dos.
J.J. Rendón (así se presenta profesionalmente) no tiene ningún empacho en exhibirse, incluso con todo descaro, como se ve, en las redes sociales electrónicas. Puede alardear de que “el rumor es algo para lo que casi no hay remedio”. Su mejor protección es precisamente la necesidad imperiosa de sigilo del lado de sus contratantes.
Ahora reside en Miami, desde que recibió asilo político en mayo de 2016, del gobierno de Estados Unidos, tan interesado siempre en proteger los derechos humanos (salvo en la Bahía de Guantánamo que robaron a Cuba en 1903). El gobierno venezolano quería procesarlo por lo mismo que ahora alardea. El gobierno priista jura que no lo conoce. Tampoco Aurelio Nuño. Rendón puede seguir alardeando.
México seguirá pareciéndose a Venezuela con el presupuesto nacional petrolizado. Hasta que logremos el cambio.
P.D. Gracias al Cielo por llegar a los 33 años y medio… siglo.