La tunda a Peña Nieto
Las palabras del presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Luis Raúl González Pérez, contrastaron con la afabilidad con que sonreía y se palmeaba la espalda con Enrique Peña Nieto. Porque más que un informe anual de la situación que le toca atender, el ombudsman aprovechó la cita, el miércoles pasado, para desplegar un reclamo enérgico por el desastre sexenal en la materia.
La instantánea que tejió en alrededor de 25 minutos también ilustró un ángulo político de ese desaseo: la candidatura del que fue secretario de Gobernación hasta hace unos meses, Miguel Osorio Chong, era inviable con los números impresentables en materia de seguridad. Tan inaceptable hasta para sus propios compañeros de partido que una vez fuera de Bucareli, el equipo de su relevo llegó con la barredora y se deshizo de todo aquello que tuviera el menor matiz del hidalguense.
Porque Osorio iba a cargar no solo con la fuga de Joaquín Guzmán Loera, así lo haya recapturado la Policía Federal de Enrique Galindo, sino con los registros históricos de ejecutados a lo largo del sexenio y la multiplicación de los giros de los cárteles: extorsión, secuestro, piratería y trata. Peor aún: su reproducción en la capital, con homicidios dolosos a diario al estilo Tijuana y Culiacán, con cárteles distribuyendo la droga desde Tepito y Tláhuac. Algo de lo que deberá responder, en la parte que le toca, Miguel Ángel Mancera, hoy ya promotor de la candidatura de Ricardo Anaya y quien siempre negó la existencia del crimen organizado en su mayor dimensión.
González Pérez cuestionó que se disparara a más del doble el envío de recomendaciones a la PGR y al Consejo de Seguridad Nacional en un año; que pese a la orden presidencial de atender esos documentos, las dependencias hayan desacatado la instrucción; que persista la tortura en la obtención de confesiones; que, en fin, el sexenio esté marcado no por las reformas estructurales, sino por Tanhuato, Tlatlaya, Nochixtlán y Ayotizinapa.
La tunda del ombudsman al Presidente, que si bien reconoció pendientes se mantuvo en su discurso de que hay avances, exhibió una realidad incuestionable de empantanamiento en derechos humanos y seguridad y evidenció una de las poderosas razones de por qué Osorio no podía ser el candidato del PRI.