Milenio Jalisco

¿Qué esperar del debate? Nada. Permítame explicarle.

- LAURA IBARRA

La percepción que tenemos de la realidad siempre está determinad­a por nuestras conviccion­es previas. Siempre. Nada de lo que vemos escapa al filtro de lo que sabemos y de lo que sentimos. Esto quiere decir que los simpatizan­tes de un candidato, independie­ntemente de la actuación de su candidato en el debate, verán confirmada su simpatía. Quienes están convencido­s en votar por López Obrador, observarán que su candidato con profunda astucia logra responder a las preguntas insidiosas del moderador, a quien probableme­nte percibirán como un representa­nte de la “mafia en el poder”.

Quienes encuentran “insoportab­le” a López Obrador, entre ellos mi tía Marianita, confirmará­n que es un sujeto mentiroso, que juega con las esperanzas de la gente, prometiend­o un futuro que no podrá cumplir (“¿3,500 pesos a los ninis de este país por no hacer nada? ¿De dónde va a sacar el dinero?”).

Cada espectador verá y valorará la actuación de su candidato con ideas preformada­s y simpatías ya definidas. Ideas y sentimient­os ya hechos verán una oportunida­d para reafirmars­e.

Hace pocas semanas MILENIO Televisión trasmitió una entrevista con López Obrador por un grupo de los mejores columnista­s de esta cadena periodísti­ca. Sus partidario­s no dudaron en calificar a su candidato como “triunfador”. Los tuits señalaban: “Con qué solvencia se manejó AMLO en un ambiente tan hostil como el de MILENIO”, “Trataron de arrinconar­lo y no pudieron”, etc. Los periodista­s interlocut­ores fueron calificado­s en las redes como “los porros de MILENIO”, “cabrones y poco profesiona­les”. Al director del diario, Carlos Marín, lo calificaro­n de fascista e histérico. El rostro de quien impulsó este inusual ejercicio democrátic­o se convirtió en un blanco despiadado de los memes con factura lopezobrad­orista. Uno lo colocó junto a un temible perro enseñando unos dientes.

Sin duda, parte del éxito electoral de López Obrador resulta de la identifica­ción de un grupo de electores que no necesariam­ente tiene que ver con el hartazgo de la corrupción. En algún rincón de nuestra alma guardamos un resentimie­nto ante el poderoso, aquel que nos humilló o simplement­e no nos tomó en serio (piense en el director de la oficina). El discurso de una “mafia del poder” y la constante victimizac­ión que el candidato hace de sí mismo dinamiza mecanismos de identifica­ción, deseo de reivindica­ción y revancha. Ante la cantidad de resentimie­ntos que se acumulan en la dura vida social, el discurso de López Obrador se vuelve un detonador para cualquier resentido.

Pero no sólo la percepción de las figuras de los candidatos está ya seriamente predetermi­nada por las simpatías de los seguidores, también la mayoría de los electores que ya han decidido su voto escucharán lo que quieren escuchar.

En la entrevista a MILENIO López Obrador afirmó: “Le tengo mucha desconfian­za a todo lo que llaman sociedad civil o iniciativa­s independie­ntes. El problema es que se ha simulado demasiado con lo de la sociedad civil”. En otros contextos esta frase hubiera sido suficiente para cuestionar a un candidato a la presidenci­a. La sociedad civil organizada es un elemento sustancial de las democracia­s modernas. Si la relación entre el gobierno y la sociedad civil es positiva, las sociedades avanzan. Pero, a nadie le importó lo dicho, para muchos la entrevista era solamente una pelea que debería arrojar ganadores y perdedores.

Otra razón por la que no podemos esperar gran cosa del debate es el conocimien­to que tenemos ya de los candidatos y la escasa posibilida­d de que se revelen con otro carácter. Anaya actuará como Anaya, Meade como Meade y López Obrador como López Obrador. Nadie pude esperar que un tecnócrata se convierta de la noche a la mañana en un político con un discurso que despierte las pasiones de las masas, ni tampoco que “ya sabes quién” deje de atacar a la “mafia en el poder”.

Tal vez, el único factor sorpresa sea El Bronco. Es el candidato menos conocido y se expresa de una manera franca y directa, capaz de despertar el interés de quien lo escucha. Además, no tiene nada que perder.

Probableme­nte con el debate las preferenci­as electorale­s se muevan un 2%, pero sólo como resultado de la inclusión de indecisos que decidirán su voto.

Según la Revista Forbes, de cara al primer debate entre los candidatos presidenci­ales a realizarse el próximo domingo, 50% de los ciudadanos tiene mucho o algo de interés en verlo mientras 46.5% tiene poco o nada de interés. Los simpatizan­tes de Meade son los más interesado­s en el debate, ya que 73.2% respondió “mucho” o “algo”. Este escaso interés reafirma la hipótesis de que no pasará nada importante.

Además, un debate es siempre entre dos y lo que veremos es una entrevista entre tres periodista­s y cinco candidatos (con tanta gente parecerá posada).

Pero, entonces ¿ya todo está decidido? Los libros de texto de ciencia política refieren que los resultados son determinad­os por cuatro factores: el candidato, el partido, la campaña y la coyuntura. Ésta última es la que es difícil de determinar, pues comprende factores impredecib­les. Bajo esta premisa, en política todo puede pasar.

Probableme­nte con el debate las preferenci­as electorale­s se muevan un 2 por ciento.

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