Los movimientos sociales mexicanos, en archivo digital
Procedentes de diversas fuentes, documentos y objetos de acciones sociales y políticas desde 1968 hasta hoy integrarán este acervo
Con la reflexión de que “una de las armas más poderosas para combatir el olvido es la memoria”, el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT), de la UNAM, se ha propuesto digitalizar los archivos de los movimientos sociales, políticos y culturales más significativos, de 1968 hasta la actualidad, como parte del nuevo rostro del museo que sustituirá al Memorial del 68.
El CCUT dio el primer paso al firmar un convenio para la digitalización de los acervos de Rosario Ibarra de Piedra, del Comité ¡Eureka! y del Frente Nacional contra la Represión, que se preservan en el Museo Casa de la Memoria Indómita. Como testigos de este acto signaron el documento María Concepción Ávila González y Prisciliana Chávez Hoyos, hermanas de desaparecidos y fundadoras del comité mencionado.
Documentos, pancartas, fotografías, carteles y mantas originales de protesta, que visibilizaron la violencia y los crímenes de Estado, son parte de los testimonios que el público podrá consultar una vez que sean digitalizados, así como conocer los acervos de los más de 30 archivos públicos y privados que serán reunidos como parte del programa M68. Ciudadanía en movimiento, con el cual la UNAM conmemorará el movimiento estudiantil de 1968, que el próximo 2 de octubre cumplirá 50 años de hacer sido reprimido brutalmente.
En la Sala de Colecciones, Ricardo Raphael, director de CCUT, adelantó que en ese lugar se instalará el acervo digital, que será una plataforma abierta, de libre acceso y en permanente construcción. Jorge Gálvez, director de la Museo Casa de la Memoria Indómita, señaló que han preservado unas 100 cajas, cada una de las cuales contiene miles de carpetas con alrededor de 400 hojas cada una, lo que ha permitido conservar documentos y objetos relacionados con la práctica de la desaparición forzada y otros crímenes de lesa humanidad cometidos en México. “Es un archivo muy importante, que por años se resguardó en dos departamentos de 70 metros cuadrados cada uno, y que en total sumarán unas cuatro toneladas”.
Este acervo, precisó, reúne los fondos del Comité ¡Eureka!, organización de madres popularmente conocidas como Las Doñas y familiares de desaparecidos, víctimas de la persecución y detención ilegal de integrantes de movimientos políticos y sociales, fundada en 1977, con el nombre de Comité Pro-Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México, así como los del Frente Nacional contra la Represión, y de Rosario Ibarra de Piedra, madre de Jesús Piedra Ibarra, integrante de la Liga Comunista 23 de Septiembre, detenido y desaparecido desde el 18 de abril de 1975.
El CCUT ya trabaja para tener el 2 de octubre un fondo digital inicial robusto y potente, que crecerá en los años venideros. “En el CCUT hay un archivo físico: por ejemplo, aquí se encuentra el Juan Acha y otros que han ido creciendo desde la fundación del centro, además de acervos de varios de los líderes del movimiento estudiantil del 68 que están llegando y que se están digitalizando. En esta sala se montará el futuro Memorial del 68, donde estará el archivo digital”.
En un momento donde la violencia es insostenible en México, Sandra Lorenzano, subdirectora de Vinculación y Comunidades del CCUT, cuestionó la desaparición y asesinato de tres jóvenes cineastas en Guadalajara, que fueron disueltos en ácido, y acertó a decir que “una de las armas más poderosas para combatir el olvido es la memoria. Frente a los más de 100 mil muertos y más de 30 mil desaparecidos en nuestro país, los rostros de Las Doñas son más que nunca una bandera, símbolo de lucha, resistencia y de amor”. ar cabida a nuestras condiciones, asumir que las negaciones desoyen a las afirmaciones, pensar, amar, sufrir y gozar con los distintos seres que caben o cavan nuestro propio ser. Alberto Pessoa se atrevió, con el dolor que eso arrastra, a dar nombre a las voces que gritaban en su cabeza. Las hizo poesía, se negó a la terapéutica, auto conmiserativa y melodramática “sensual” voz que la mayoría de los poetas plasman, él no, él lanzaba cuerpos dese el abismo y los oía caer, cantando el nombre de cada uno hasta agotar la garganta. En el Centro de Arte Reina Sofía, de Madrid, exponen Pessoa, todo arte es una forma de literatura, inspirada en la frase de Álvaro de Campos, uno de los heterónimos del poeta. Conocerse a uno mismo nos fragmenta, y saber que esos otros existen es la “llave de la puerta del ser”, como dice Pessoa, que nos dará la comprensión del mundo, la noción de que “las horas indecisas en las cuales mi vida parece de otro”. Otro, ese, que no se calla, ese, que existe, es nuestro y es el yo, es el ser. La selección de collages, dibujos, pinturas, proyectos de murales, es de la época, y sin embargo, no alcanza la profundidad de la poesía de Álvaro Campos o de las voces que Pessoa llevaba dentro. Es el efecto curatorial de un tema que no alcanza a mirarse en las obras. La experiencia es una fractura entre forma y contenido. Las obras son interesantes y logradas en la mayoría, los autorretratos de Mario Eloy y de José de Almada Negreiros, las escenas criticas de Julio dos Reis Pereira, de colores potentes, rostros grotescos, tan cercano al expresionismo, son muy representativas de una época pero no reflejan a Pessoa. Las decoraciones para el cine San Carlos de Madrid de Amadeo de Souza Cardoso, evocan una estética, que no llega a colmar la relación con Pessoa. Los individuos que crean para sí mismos, lejos de la continuidad temporal, que no están obsesionados con ser de “su época o de su tiempo” se adueñan justamente del tiempo, Pessoa estaba dialogando en su interior, y a pesar de ver el mundo, de analizarlo para adjudicarle una terminología que él inventó, no era esclavo reactivo de esa actualidad. La diferencia entre las obras expuestas y Pessoa es de visión del mundo y del tiempo, el poeta habla desde “la realidad terrible” de este “horrible ser que es haber ser” y la decoración del cine o los bocetos de Sonia y Robert Delaunay, están en otra conversación o en otra exposición. La Historia del Arte, y los curadores están obsesionados con las clasificaciones y cronologías, es una manera fácil de resolver la evolución del arte desde la superficialidad de la temporalidad y la apariencia, sin tomar el riesgo de un análisis más humano, profundo y que comprometa a la exposición convirtiéndose es una tesis más compleja. En las escuelas enseñan ordenaciones y no enseñan a mirar el arte con curiosidad y placer, desde el misterio de la creación. Efectivamente, “todo arte es una forma de literatura”, y todo arte debe tener poesía, en esta exposición ilustra un relato y Pessoa, él sigue solo.
Se anunció que ningún material se comprará, que todo lo recibirán en donación o comodato Se ha emprendido una colaboración muy intensa con el Archivo General de la Nación