Milenio Jalisco

Exhiben piezas de jóvenes alfareros de Tonalá en el MAPJ

- Redacción/Guadalajar­a Redacción/Guadalajar­a

El Museo de las Artes Populares de Jalisco (MAPJ) presenta la exposición Líneas Sucesivas. Colectiva Joven de Cerámica Tonalteca, que reúne el trabajo de las últimas líneas generacion­ales que mantienen viva la tradición alfarera de distintas familias del municipio de Tonalá. La exposición se deriva del proyecto Legado, La cerámica en voces de la familia, que realiza Alquimia Produccion­es Culturales y que fue beneficiad­o por el Fondo Proyecta Producción de la Secretaría de Cultura de Jalisco (SC).

La colectiva se compone de 20 piezas realizadas por jóvenes artesanos menores de 30 años desde diferentes técnicas de cerámicas tradiciona­les, como el barro betus, barro bruñido, barro bandera, barro canela y barro petatillo.

El objetivo central de esta exposición es incentivar a las nuevas generacion­es a mantener el oficio que durante años se ha transmitid­o de padres a hijos. Por otro lado pretende darle voz a los integrante­s de estas 10 familias de artesanos tonaltecas que han enriquecid­o las exposicion­es con una serie de charlas abiertas al público. En ellas los implicados han compartido sus anécdotas y puntos de vista sobre el oficio que han desempeñad­o a través de distintas generacion­es, con la finalidad de crear un registro en video con la historia de la cerámica tonalteca de la voz miembros de las familias más representa­tivas de la tradición.

La iniciativa corre a cargo de Alquimia Produccion­es integrada por Miguel Arelis, Josué Nolasco y Arelí Córdova. Los artesanos participan­tes son: José Ortega Medrano, Jaime Vázquez Cortes, Gabriel Jimón, Rodolfo Pila, Ángel Ortiz Arana, José Martín Fajardo Torres, Gerardo Fajardo Torres, Carolina Quezada Medrano, Ludy Vianey González Fajardo, Marycruz Aguayo Bernabé, Antonio de Jesús Díaz Medrano, Francisco Javier Ramos Hernández, Paulo César Ramos Hernández y Ramón Pajarito Montiel. La exposición permanecer­á en el MAPJ hasta el 23 de septiembre.

Julieta Marón, inaugura hoy su exposición de arte digital titulada Del color que vivo, en la Galería Juan Soriano de la Casa de la Cultura Jalisciens­e.

La artista quien es compositor­a, fotógrafa y doctora en Comunicaci­ón Audiovisua­l por la Universida­d Autónoma de Barcelona anunció que su incursión en el arte digital surgió al tratar de arreglar imágenes fotográfic­as que le parecían de pobre o nula expresión y que a través de la manipulaci­ón digital cobraban un nuevo sentido. El resultado se tradujo en cientos de piezas de las cuales Claudio Limón, curador de la exposición, seleccionó 27 piezas abstractas de gran formato impresas sobre tela.

La artista agregó que en los últimos años fue que comenzó a realizar este tipo de piezas. “Quienes visiten Del color que vivo, encontrará­n una serie de cuadros donde las formas, dejarán en manos del espectador la interpreta­ción de la obra”.

La artista espera que sea el público quien encuentre un mensaje o una evocación en cada cuadro y que cada uno de éstos tenga algo para “atrapar a quien lo vea”. Marón se ha desempeñad­o desde 1986 como fotógrafa en distintas publicacio­nes, xisten momentos en la historia que pudiéramos pensar que ya estaban escrito desde el inicio de los tiempos, el destino de Tycho Brahe y Johannes Kepler los llevaría a un enfrentami­ento del que se darían las bases para dejar el pensamient­o medieval y recorrer el nuevo camino del Renacimien­to, que iniciara años atrás Nicolás Copérnico.

El primero de ellos, grande, fornido, con el pelo rojo como el fuego, de mal carácter, con gusto por la bebida y la comida en abundancia, nacido en una noble familia danesa, educado por sus tíos, su tía y madrastra, Inger Oxe que pertenecía a una familia cultivada, se preocupó de que el joven Tycho tuviera estudios académicos, veinticinc­o años después una familia protestant­e luterana tendría un hijo prematuro, enfermizo, delgado, de carácter hipocondri­aco, y con consecuenc­ias en la visión por la viruela, pero ambos, con una experienci­a parecida en sus primeros años de vida, Tycho de joven quedo impresiona­do con la contemplac­ión del eclipse del 21 de agosto de 1560 por lo que se puso a estudiar astronomía por su cuenta con la ayuda de algunos de sus profesores, tiempo después, en el centro de Europa, el niño Kepler a los seis años, su madre lo llevó a contemplar el cometa de 1577, lo impresionó de tal manera que cambió su manera de ver el cielo, tres años más tarde el ver un eclipse de luna terminó por quedar atrapado en una pasión que duraría toda su vida tratando de comprender los misterios de la astronomía.

Tycho fue un gran observador del movimiento de los astros, gran parte de su vida la dedicó a esta actividad, y para este fin mando construir los más grandes y precisos aparatos científico­s astronómic­o y dos de los más impresiona­ntes observator­ios de la época, esto le permitió reunir una gran cantidad de registros muy precisos de la posición de estrellas y planetas, incluido el descubrimi­ento de la aparición de una estrella nueva en la constelaci­ón de Casiopea, la cual describió en un reporte que tituló, De Nova Stella, que hasta la fecha se le llama así a este tipo de acontecimi­entos. En cambio Kepler fue un gran teórico, con una de exposicion­es individual­es y colectivas. En el campo de la composició­n musical se ha destacado tanto en el terreno formal como en el popular y cuenta con seis títulos en su discografí­a. La exposición se inaugura hoy a las 19:00 horas en la Galería Juan Soriano, en Constituye­ntes 21, y permanecer­á hasta el 30 de septiembre. las mentes más brillantes de todos los tiempos, un gran astrónomo y matemático, su primer trabajo fue el Prodromus dissertati­onum mathematic­arun continens cosmograph­icum, (El Misterio cósmico), en el que defendía el sistema copernican­o, Tras la publicació­n del Mysterium, Kepler solicitó la opinión de otros astrónomos, entre los cuales se encontraba Reimarus Ursus, uno de los enemigo de Tycho Brahe. Por lo tanto, la primera noticia que tuvo Brahe de Kepler fue que era amigo de su rival. Afortunada­mente, tras leer el Mysterium que le facilitó Michael Mästlin, se mostró interesado en él y quiso hacerle llegar su opinión sobre el mismo a través del antiguo profesor de Kepler. A partir de entonces intercambi­aron numerosas cartas en las que debatieron sobre todos los temas astronómic­os del momento.

Después de diferentes peripecias y acontecimi­entos que les pasaron a ambos personajes se dieron las condicione­s para que un cuatro de febrero del año de 1600, se diera el encuentro en el castillo de Praga entre estos dos grandes astrónomos, la paciencia de más de treinta y cinco años de observació­n y registro y, la mente teórico-deductiva mas lucida en tratar de comprender el universo tendrían la oportunida­d de unir esfuerzos para descifrar los misterios del movimiento de los cuerpos celestes.

Fue una relación tormentosa, tanto por la diferencia de personalid­ades como por el celo de Tycho de entregarle sus observacio­nes del trabajo de toda su vida al joven Kepler y que este se llevara todo el merito, Tycho sabía que Kepler era la mente que sabría formular sus registros para explicar el movimiento de los astros y Kepler estaba consciente de que necesitaba los apuntes de Tycho para poder llevar a cabo su más grande aspiración, unir la teoría con lo observado.

Desafortun­adamente debido a una cena el glotón de Tycho, se puso enfermo, y como nos comenta el propio Kepler en su diario, después de sufrir durante algunos días, estando en su lecho de muerte le decía a Kepler unas palabras que han pasado a la historia; “No frustra vix vidcor”. (No dejéis que parezca que mi vida ha sido en vano).

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