Milenio Jalisco

¡Así lo canta el cumbión!

- Jairo Calixto Albarrán jairo.calixto@milenio.com www.twitter.com/jairocalix­to

M i licenciado Peña hace muy bien en deslindars­e de la derrota electoral de sus compañeros de sector y de partido, y echarle la culpa a una candidatur­a como la del dotor Mit que nomás no cuajó. Digo, basta ya de que le cuelguen todos los milagritos y le quieran guardar todos los cadáveres en su clóset. Dejar en claro, como todos sabemos, que la madriza del 1 de julio es solo atribuible a una mala campaña y a un personaje que nomás no prendió, que nada tiene que ver con el incierto destino de las reformas estructure­ichons ni con los índices de seguridad que estaban más bajos que la popularida­d de Donald Trum, ni con la corrupción galopante de los góbers preciosos del tricolor, ni con el accionar de la PGR que juega peor que los Lobos Buap y los Tiburones Rojos de Veracruz, ni la impunidad, ni con la deuda externa que parece sacada de un relato de Stephen King, ni nada de esas cosas, por supuesto.

Sería una locura explicar esta chinga electoral tan humillante solo porque la reforma educativa del Nuño Artillero era tan dudosa que México es el país de América Latina y el Caribe que menos invierte en educación; o alegando que no se resolviero­n casos tremendos como el de los 43 de Ayotzinapa, Tlatlaya y varios más; o que gracias a los precedente­s impuestos por el caso de la mayextra Gordillo que sabe lo que vale un debido proceso indebidame­nte procesado, la Loca Academia de Javidús tiene las pezuñas fuera del tambo (la cumbia suena así: “Al vendedor de Bimbo lo van a encarcelar y al gordo de Duarte ya lo van a soltar”); o que haya imperado durante su sexenio esa lógica tan admirable instituida por Ruiz Esparza, el señor del socavón de piedra socavón, donde no importa lo que hayas hecho, nunca te pondrán de patitas en la calle; o que gracias a sus buenos oficios todos tenemos una casa blanca, aunque sea en la cabeza.

Como quiera que sea, basta de que a don Enrique le quieran achacar todas las pifias; si bien es cierto que ante la caballada que estaba muy flaca él eligió al candidato y fue él quien no lo dejó cometer el parricidio necesario para que agarrara por su cuenta las campañas, no se le puede señalar con índice de fuego cuando, la verdad, pues en realidad todo es culpa de un pueblo resentido, sospechosi­sta, al que ningún chile le embona y que no sabe valorar lo menos bueno.

Bueno, por eso me gusta la actitud de los líderes de lo que queda del PRI, como la señora Ruiz Massieu que habla cual si hubieran ganado. Es lo que canta el cumbión.

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