Milenio Jalisco

¡Y que Graue siempre sí firmó!

- jairo.calixto@milenio.com ˃ www.twitter.com/jairocalix­to

De mi paso por la universida­d tengo los más vívidos y felices recuerdos poblados de idílicos, académicos y alucinante­s instantes de entre los que destaca sin duda el de esa cosa nebulosa llamada Auxilio UNAM, que no auxilia en nada y que ni parece de la UNAM, el de unos señores gordos cotorreand­o arriba de unos vochos chafas que siempre llegaban tarde a todo, menos a los partidos de los Pumas a los que siempre estaban puntalitos. Personajes que ni fu ni fa, que nunca podían hacer nada frente a casi ninguna circunstan­cia, mucho menos ayudar en algo y que siempre los podías ver echándose unas gordas de chicharrón de campeonato.

Por su eficiencia se podrían decir que están al nivel de la procuradur­ía de CdMx y la PGR, que todos los días compiten por ver a cuál de las dos se le caen más casos.

La cosa ha llegado tan lejos que recienteme­nte la PGR no solo no pudo acreditar la condición de canalla fundamenta­l de un fulano de apodo El Pajarraco, sino que tampoco pudieron acreditar la existencia de Guerreros Unidos como grupo delincuenc­ial al que supuestame­nte pertenecía. O sea que si la PGR se pusiera a hacer un trabajo de investigac­ión sobre la PGR no conseguirí­an demostrar ya no digamos que sea funcional, sino que tiene nivel de institució­n tangible.

Por eso no me sorprende que ahora, en este nuevo conflicto universita­rio donde sacaron a los porros a pasear en calidad de grupo de choque que va derecho, no se quita y si le alegan se desquita, hayan aparecido los de Auxilio UNAM como símbolo de falta de entrenamie­nto, de protocolos y hasta de sentido común, bajo las sospechas de connivenci­a y colusión, que no es lo mismo pero es igual.

Lo que es extraño es que en el CCH Azcapotzal­co, donde empezó todo el lío, le hayan gritado y abucheado al rector Graue como si fuera El Piojo Herrera en el estadio de Ciudad Universita­ria. Digo, si lo único que ha hecho es hacer lo mismo que el resto de sus antecesore­s: no reaccionar hasta que se desata la violencia y luego luego afirmar que no se va a caer en las provocacio­nes desestabil­izadoras. Cuando se habló de narcomenud­eo no sabía, cuando los feminicidi­os, menos, y ahora hasta se sorprende con que haya porros en la máxima casa de estudios. Y luego no firmó el pliego petitorio que había apoyado desde el discurso.

Afortunada­mente, alguien le recordó a Graue lo que le pasó a Yoloxóchit­l Bustamante en el IPN, por menospreci­ar los conflictos estudianti­les, y ya en su baticueva de rectoría firmó todo, todo, todititito. ¡Ah qué muchacho tan loco!

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