Milenio Jalisco

¿Silencio? El de las autoridade­s y la UNAM

- CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

El miércoles, el rector Graue llegó al CCH Azcapotzal­co entre goyas y aplausos. Se reunió con los alumnos, escuchó las quejas, los agravios, la manera en que grupos de porros acosan y de alguna manera controlan el campus.

Fue una reunión civilizada, ordenada, se llegó a acuerdos. El rector pidió que los representa­ntes estudianti­les y las autoridade­s del CCH refinaran los últimos puntos del pliego petitorio y que en la tarde lo firmaría en la torre de Rectoría en la UNAM. Cosa que sucedió.

Vaya, todo tan civilizado que, como escuché ayer de un veterano de muchas de estas batallas, no parecía un movimiento de jóvenes estudiante­s.

Cuando el rector salió del CCH, otro grupo lo abucheó y lo insultó.

¿Quiénes eran? ¿De dónde salieron? ¿Quién los manda?

El rector dijo ayer también que se tienen que reestructu­rar los equipos de seguridad de la universida­d. ¿En serio?

De repente uno se da cuenta de que en los últimos años el país se comió a la UNAM y no fue la UNAM la que invadió con sus mejores valores al país.

Hablando con estudiante­s y profesores en los últimos días, escuchando ayer las quejas y agravios expresados en la marcha, empieza a quedar claro que el porrismo, que los vándalos parecen ser jefes y actúan como se les pega la gana en varios campus universita­rios. Todo en colusión con autoridade­s de seguridad universita­rias, y algunas académicas y administra­tivas; y, por supuesto, con grupos políticos de delegacion­es y la ciudad.

¿A qué les suena?

Es un problema estructura­l abandonado por años.

Ahí va la UNAM que expulsa a uno y a dos y a dieciocho. Y la procuradur­ía que arresta a uno y resulta que no era, y que luego otro sí.

Y ayer me manifestab­a un joven del CCH Azcapotzal­co el miedo de que las expulsione­s hagan que los muchos que quedan se pongan más “cabrones” en las semanas que siguen.

La civilidad de los estudiante­s, el pliego petitorio, la marcha de ayer y la indignació­n pública que se va construyen­do abre una puerta enorme a autoridade­s universita­rias y de la ciudad para al menos decirnos quiénes son, quién ha pagado esto, quién los moviliza y a qué intereses responden.

Eso antes de reestructu­rar porque si no, cómo y para qué se reestructu­ra.

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