Justo reconocimiento a diplomáticos
objetivos en el mundo, a través de su red de misiones, embajadas y consulados.
“Al ser un instrumento de suma importancia, no debe continuarse con la política de nombrar a políticos en desgracia o amigos como embajadores y cónsules cuando, a la vez, se exige a los diplomáticos de carrera una formación sólida para su ingreso y su ascenso es por medio de concursos de oposición.
“Por el contrario, se nombrará a los funcionarios más capaces y probos al frente de las embajadas y consulados, y se alentará la formación y capacitación constante de los cuadros jóvenes. A la vez se exigirá, en particular a los jefes de misión, mesura, discreción y honestidad en su función”.
La Cámara de Diputados aprobó la Ley de salarios máximos de servidores públicos, diplomáticos incluidos. Es pertinente moderar los altos salarios para compensar a los de menor ingreso.
Sin embargo, hay que entender el carácter excepcional del SEM, que se fundamenta por el hecho de desempeñarse en el exterior.
Sería un grave error ignorar que los miembros del SEM, al trabajar en el extranjero, tienen generalmente costos de vida más altos que en México. Sería una injusticia reducir sus justas prestaciones, ya de por sí menguadas en los últimos 20 años. Aunque parezca una vida privilegiada, el diplomático padece altos costos familiares y, en muchas ocasiones, de salud.
México necesita diplomáticos preparados y con vocación de servicio, con un salario digno. Minar sus ingresos significa una injusticia y debilita la presencia de México en el mundo.
Una diplomacia pobre es una pobre diplomacia. El país merece una diplomacia a la altura de México, ni más ni menos.
El SEM espera justicia y el reconocimiento del próximo presidente López Obrador.
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