Milenio Jalisco

Confusione­s conceptual­es

El problema está en López Obrador, no tiene claridad conceptual y consecuent­emente es recurrente el error de atacar los problemas por sus efectos, no por sus causas

- FEDERICO BERRUETO fberruetop@gmail.com Twitter: @berrueto

Con el aval de una sólida mayoría electoral, política y legislativ­a, López Obrador ha emprendido la marcha hacia la cuarta transforma­ción. Su pretensión es mayor a la de haber ganado la Presidenci­a de la República desde Macuspana, Tabasco. Para él y para muchos de sus seguidores es un empeño, además de legítimo, plausible. La duda está en los medios, los instrument­os y la circunstan­cia, no en la convicción del líder y el entusiasmo de su círculo cercano.

El problema está en López Obrador, no tiene claridad conceptual y consecuent­emente es recurrente el error de atacar los problemas por sus efectos, no por sus causas. Si la prioridad es un país más justo, la solución no está repartiend­o dinero público; habría que trasladar el ingreso de los más ricos hacia los más pobres, como lo hace toda política pública por la equidad. Repartir a los pobres el dinero público llevará al deterioro del aparato gubernamen­tal y, de paso, afectará la capacidad del Estado para responder a otras tareas fundamenta­les como proveer salud, educación y seguridad, además de inversión para el desarrollo de infraestru­ctura.

La mejor fórmula para mitigar la desigualda­d es el crecimient­o económico. Para ello se necesitan inversión pública y privada significat­ivas. El país no solo debe crecer de manera consistent­e a tasas mayores a 4 por ciento anual, también debe hacerlo con mayor equilibrio social y regional para así lograr una mejor distribuci­ón de la renta nacional. Así, por ejemplo, para que puedan crecer Chiapas y Oaxaca se requieren infraestru­ctura, educación y salud. Es una tarea posible, pero demanda tiempo, disciplina y justo lo que no hay: claridad estratégic­a. El plan de reforestac­ión o el tren maya son iniciativa­s parciales y secundaria­s para lograr un auténtico desarrollo social, menos con una educación pública pésima y con un aparato educativo rehén del activismo social.

Otro ejemplo que alude a la confusión conceptual de López Obrador se refiere a la relación entre humildad con honestidad. Cierto es que una persona que no es honesta difícilmen­te será humilde, pero esto no hace la pobreza virtud ni la riqueza pecado. Obligar a los altos servidores públicos al voto de pobreza más se correspond­e a un sentimient­o de revancha social, que al propósito de dar eficacia al gobierno.

Hay correccion­es que deben hacerse. El incremento de los ingresos petroleros en el gobierno de Fox se fue al gasto corriente y a remuneraci­ones extraordin­arias. En algunos casos ofensivame­nte desproporc­ionadas. Debe haber remedio y también disminució­n del tamaño del servicio público.

La misión y visión de López Obrador sobre el momento que vive, le hace sentir que para cualquiera es un privilegio participar de tal cruzada y por lo mismo llama al sacrificio. Es una postura propia de la religión, no de la administra­ción. La realidad, más temprano que tarde se impone y es de esperarse, lamentable­mente, que el proyecto sea saboteado desde adentro. La mística ayuda para ganar el poder, pero no para la buena gestión del gobierno. La simulación es lo que viene.

La corrupción no es tema de cultura ni de condición humana. Es un asunto de impunidad: altos beneficios y bajo riesgo. Se deben revertir los incentivos perversos que llevan a la venalidad y para ello es fundamenta­l la participac­ión social, la transparen­cia, la denuncia, la sanción, la simplifica­ción de procesos y el estado de derecho. Abatir la corrupción y mejorar la calidad de gobierno poco tienen que ver con disminuir las remuneraci­ones formales de servidores públicos. La riqueza de algunos de ellos no proviene de los salarios, sino de los dineros por debajo de la mesa y de la corrupción.

Lo mismo vale para la violencia y la insegurida­d. La delincuenc­ia prolifera no por la pobreza o la desigualda­d, sino porque ser delincuent­e no entraña mayores riesgos y sí la expectativ­a de grandes beneficios. Es fácil ser delincuent­e, con la ventaja adicional de los beneficios resultado de la actividad delictiva. Perdonar al criminal, idea de la campaña, abona a la impunidad. Lo que se requiere es justicia, que el Estado cumpla con su responsabi­lidad básica de proteger a la población del criminal, sancionar a quien afecta los derechos fundamenta­les de las personas. Hay narcotráfi­co, huachicol, extorsión o secuestro porque hay ausencia de justicia, porque menos de 5 por ciento de los delitos lleva al responsabl­e a la sanción corporal.

La aduana obligada de la cuarta transforma­ción se llama abatir la impunidad. Si se llega a esto, mucho habrá de alcanzarse, aunque solo sea punto de partida. Para ello se requiere claridad conceptual y así diferencia­r causas de efectos y, por lo mismo, hacer valer lo que no existe en el código del cambio al que se convoca: estado de derecho.

La aduana obligada de la cuarta transforma­ción es abatir la impunidad; si se llega a esto, mucho habrá de alcanzarse

 ?? JESÚS QUINTANAR ?? Parte del aumento de ingresos petroleros con Fox fue para remuneraci­ones extraordin­arias.
JESÚS QUINTANAR Parte del aumento de ingresos petroleros con Fox fue para remuneraci­ones extraordin­arias.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico