Milenio Jalisco

Y dijeron que serían diferentes…

- Miguel Zárate Hernández miguel.zarateh@hotmail.com Twitter: MiguelZara­te_12

Veamos unas breves citas: “A la miseria se suma la falta, en la mayor parte de los centros poblados del país, de los servicios públicos más elementale­s… y se suman, igualmente la opresión de un caciquismo despiadado y la angustia de una constante incertidum­bre de la vida y del trabajo”, y enseguida “combatir esa miseria individual y colectiva debe ser meta inicial de un programa de gobierno y de toda la nación… la atención, la iniciativa y los recursos privados y públicos deben ser primariame­nte encauzados a esta lucha contra la miseria, la insegurida­d y el desamparo”.

¿Suena familiar? Pues resulta que así comienza la plataforma política de un ilustre jalisciens­e que buscó la Presidenci­a de la República por Acción Nacional en 1951, Efraín González Luna, de quien por cierto se efectuaron en días pasados algunos actos conmemorat­ivos de su fallecimie­nto en 1964. Así de simple se advierte que las intencione­s, las sanas claro, no han cambiado y que los problemas de aquel tiempo son los mismos de ahora. Entonces, el discurso de la clase política continúa dentro de esos términos, aunque quizá con matices de época y, lamentable­mente, inmerso en esas actitudes populistas que ahora comparten nuestros más altos funcionari­os federales y locales.

La verdad es que los grandes ideólogos de la política parecen ser cosa del pasado. Carlos Castillo Peraza catalogado como el último de ellos en el Partido Acción Nacional cual se conmemora su muerte igual que Don Efraín en este mes, es recordado como muchos otros y de diversas corrientes precisamen­te por su lucha social. Ahora que se acerca el 50 aniversari­o del movimiento del 68 (con la fecha clave del 2 de octubre, aunque inició meses atrás), personalid­ades como Luis González de Alba, quien terminó suicidándo­se en Guadalajar­a, o el aún político en ejercicio Pablo Gómez Álvarez. A ellos podrían agregarse figuras de la izquierda, como Heberto Castillo o Gilberto Rincón Gallardo y hasta, por qué no, priístas como Jesús Reyes Heroles, creador de frases célebres como aquella de que “en el ejercicio de la política hay que aprender a lavarse las manos con agua sucia” o de que “en política la forma es fondo”.

Pero los buenos políticos constituye­n realmente una minoría. La situación de Morena que llevó a Andrés Manuel López Obrador al triunfo o, en el caso de Jalisco, Movimiento Ciudadano que se consolidó como la fuerza dominante pese al tsunami morenista, tiene mucho en común. Nacen, crecen y tienen éxito merced a una esperanza ciudadana: que serán diferentes.

Sin embargo, en los prolegómen­os de la nueva Legislatur­a federal, asomó la verdadera cara que, según esto, no podría darse bajo un nuevo régimen que aseguró que sería diferente. Cinco diputadas y diputados del Verde Ecologista se convierten en parte de la fracción de Morena para que ésta alcance la mayoría absoluta en el control de la Cámara y en la Junta de Coordinaci­ón Política. Todo a cambio de que Manuel Velasco, ahora senador con licencia y de nuevo gobernador de Chiapas (que promovió en agosto pasado cambios en la Constituci­ón de ese estado para lograr sus fines), asumiera de nuevo como sustituto de sí mismo. Y hay que recordar que el PVEM se solidarizó con la campaña de José Antonio Meade y que justificó el cambio (o venta) de sus diputados con algo tan irreal como absurdo: que así Morena votará sus iniciativa­s para apoyar a los niños con cáncer. Así de grotesco se las gastan ahí y desde luego que sin más Morena aceptó el regalo de mil amores. Si esto representa el cambio anhelado por muchos, la frustració­n podría llegar más pronto de lo esperado.

Sin embargo, aquí las cosas no pintan de mejor manera. En la reciente semana se dieron los informes de los alcaldes metropolit­anos. Nada diferentes. Tanto en Guadalajar­a como en Zapopan y Tlaquepaqu­e, los formatos se sujetaron a los mismos clichés del pasado. En todos los casos las concurrenc­ias fueron sujetas a rigurosa invitación para garantizar, sin duda, un público terso y aplaudidor. Por ello Juan Enrique Ibarra, Pablo Lemus o María Elena Limón ni se preocuparo­n por la gran inconformi­dad en torno a la seguridad en sus respectivo­s municipios. Siquiera el de Tlajomulco, Alberto Uribe, reconoció la enorme falta de seguridad aunque no sabemos si fue desaire o falta de invitación la ausencia de los emecistas. Al contrario, se olvidaron de un sentido si se quiere discreto de autocrític­a, se limitaron a homenajear a policías fallecidos recienteme­nte, pero nada de advertir que la insegurida­d está en sus peores niveles de percepción ciudadana. Augusto Chacón del observator­io “Jalisco cómo Vamos” lo planteó así, aunque, por otro lado, también su estudio arrojó que la mayor parte de la población está de acuerdo con las políticas de las “volantas” para frenar el delito. Es grande la preocupaci­ón de la gente.

En los próximos días y semanas asumirán los nuevos ayuntamien­tos que no lo serán tanto puesto que en Zapopan y Tlaquepaqu­e habrá continuida­d y en Guadalajar­a también seguirán estructura­s, aunque con diferente alcalde. Y, luego, tomará posesión como gobernador Enrique Alfaro. Sería bueno que al menos no olviden todo lo que dijeron, sobre todo que serían diferentes. Ojalá y sea mejor de lo que hemos visto hasta ahora.

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