Milenio Jalisco

El temblor en las redes…

- BRAULIO PERALTA

La realidad del mundo pasa por las redes sociales. Una prueba irrefutabl­e fueron los temblores del año pasado, el 7 y 19 de septiembre, en el sureste del país y Ciudad de México. La poeta Enzia Verduchi realizó una crónica colectiva de lo escrito en ellas, donde la gente se abocó a brindar ayuda de lo que se necesitara: cuerdas, agua, palas, picos, cubrebocas… una cadena humana dirigida desde, ahí sí, las “benditas redes sociales”.

No tengo ganas de recordar aquellas emociones. Pero es necesario recordar la loable solidarida­d de la gente que salvó vidas humanas —y animales—, de quienes perdieron departamen­tos, casas y pertenenci­as. Las redes sociales fueron el medio de comunicaci­ón que logró concatenar los esfuerzos para lograr proezas: “no fumes, hay fugas de gas”, “no salgas, hay caos vial”, “usa bicicleta o a pie”, “chilangos con auto, den aventones a la gente”, “comparte tu wifi”... Órdenes obedecidas por todos, mientras sacaban cuerpos aún con vida…

Las crónicas de aquellos sucesos se hicieron colectivas porque en las redes está la historia de aquellos temblores. Hoy no hay nadie como Elena Poniatowsk­a —que hizo el libro clave de 1985, Nada, nadie, las voces del temblor—, por una razón muy simple: las muchas voces se encuentran en esas redes que se comunican a través de bits, para la aparición de palabras, imágenes o números.

No cupo en las redes el sentimient­o, fue secundario. Era necesaria la frialdad del apoyo incondicio­nal, a pesar de las lágrimas por las pérdidas humanas. Los celulares —que no existían en el temblor de 1985— ahora eran de una utilidad asombrosa para compartir el wifi: de esa manera gente de entre los escombros logró rescatarse. Las palabras sobraban. Había que aportar manos, alejarse de los egos y abrir el corazón sin peros.

El libro de Enzia Verduchi es invaluable. Es inédito y es increíble que los editores no lo peleen para su publicació­n. No hay un libro así y sin duda sería un éxito entre quienes participar­on desde las redes sociales para ayudar a los más necesitado­s. Ahí se asoman personas en toda la extensión de la palabra, que dieron su fuerza, voluntad y empeño en ser ciudadanos, con ética. La batalla legal contra las autoridade­s incompeten­tes, los números de muertos, la lista de damnificad­os, el summum de aquellos temblores pasan lista en este libro de Enzia Verduchi: gracias por permitirme leerlo.

TRASPIÉ: El poeta alemán Hölderlin tiene razón en su novela poética Hiperión: “Siempre que el hombre ha querido hacer del Estado su cielo, lo ha convertido en su infierno”. Los libros sanan las heridas de la realidad.

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