Milenio Jalisco

Dalia Monroy

En su estudio en Cholula, Puebla, se escucha el “Danzón número 2” de Arturo Márquez, es el ritmo que guía su pincel

- Dalia Monroy Por Avelina Lésper ˄ Fotografía: Omar Franco

PROPONER PARA APORTAR

Tenía una exposición itinerante coordinada por el INBA, me tocaba cerrar en Puebla, y pues soy poblana y me entero que cobraban a los artistas por día de exposición en la galería del Ayuntamien­to y la cancelé. Protesté con cartas en el Congreso, al Presidente, en fin, yo enojadísim­a. Entonces me dijeron: “¿puedes proponer?” “Ah, sí, cómo no, con gusto, voy a proponer”. Con unos amigos del D.F., de Cultura, “vamos a trabajar sobre una iniciativa de ley”. La proponemos al Congreso, que se aprueba, y creamos el Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla. La enorme satisfacci­ón fue cuando en el Congreso estaban los artistas, músicos, bailarines y todos levantaron la mano para aprobar la iniciativa. El día que se dio la iniciativa, me dijeron: “Se va a hacer el Instituto, pero tú te quedas como directora”.

FUNCIONARI­A Y PINTORA

Finalmente acepté y me quitó bastante tiempo para pintar, pero fue un compromiso, se hicieron grandes cambios en el Reglamento Interior, propuestas extraordin­arias de festivales, muchísimas cosas positivas. Les daba una invitación a los artistas, se les daba su vino, no se les cobraba, invité de curadores a Carlos-Blas Galindo, Rafa Pérez y Pérez, Roberto Velázquez. Fue una experienci­a extraordin­aria, se sembró una semilla que hizo una aportación a Puebla. Pienso que no hay que estar tampoco en el gobierno para hacer cosas, hacer cambios, proponer, sino que nosotros como ciudadanos o artistas tenemos esa opción de proponer iniciativa­s de ley. ¿Por qué? Porque los diputados no saben las necesidade­s reales del artista y no tienen enfoque.

REGRESAR A LA PINTURA

Me costó trabajo retomar la pintura, porque sí me aislé y fue muy difícil, sin embargo, el hecho de haber aprendido de lo que hice aquí, estemos donde estemos, podemos aportar algo. Es muy importante tener esa conciencia de que el artista no se quede en su castillo haciendo su obra, sino el poder dar algo, el tratar de sembrar, porque puede generar un cambio. Como no hay tanta visión del político para hacer las cosas, creo que es una función y obligación de nosotros los artistas el proponer, para hacer, para decir “esto se puede hacer” o “esto se necesita”, porque si nos quedamos callados no funcionan las cosas.

EL ARTE DEL VINO Y LA CELEBRACIÓ­N ENTRE CAMARADAS

Lo primero que pensé fue: “¿Qué es lo que me atrae?” Las barricas para mí son hermosas, los barriles. Cómo hacerlo, porque no soy del todo, ni figurativa ni abstracta, y meto dentro de los barriles algo que me atrae, que es la música, los músicos, los instrument­os, ahí está en esa festividad del vino. El vino es el elemento que nos acompaña a los artistas en las bohemias. Es imprescind­ible; vamos, en una exposición, es difícil que no haya vino. Es parte de nosotros al estar trabajando, el gozar del vino, de lo que significa. No va más allá de celebrar el acontecimi­ento tan importante que tenemos, como una muestra, como la reunión entre colegas para disfrutar, para platicar lo que sucede en torno al arte.

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