Milenio Jalisco

A un año del 19-S.2

- RICARDO MONREAL ricardomon­reala@yahoo.com.mx Twiter.@ricardomon­reala

Algo peor que un sismo? Una política de reconstruc­ción indolente y sin atención a las personas damnificad­as.

A un año del segundo 19-S (el primero ocurrió en

1985), destacan dos lecciones: estamos mejor preparados en materia de protección civil que hace 33 años, pero nos encontramo­s rezagados en cuanto a resilienci­a o reconstruc­ción sostenible.

Un año después la mayor parte de la población damnificad­a por el 19-S.2 permanece sin techo, desde Oaxaca hasta la CdMx —pasando por Chiapas, Morelos y Puebla—; buena parte de la infraestru­ctura urbana y rural que resultó afectada (desde carreteras hasta escuelas) sigue sin reparación, y el propio sistema de alertamien­to continúa reportando fallas en algunos de sus tramos.

Tres factores, por lo menos, inciden en esta resilienci­a fallida: la falta de recursos económicos destinados a la reconstruc­ción; la grilla electoral por los comicios de 2018 y la infaltable corrupción.

1) Endémica falta de recursos: la reconstruc­ción de los daños del

19-S.2 se estimó en 64 mil millones de pesos. El Fondo Nacional de Desastres (Fonden) solo tenía presupuest­ados 9 mil mdp en 2017, es decir, 14 por ciento, y su asignación fue objeto de controvers­ias políticas. Para 2018, el fondo duplicó su presupuest­o (a 18 mil mdp) y se le adicionaro­n 2 mil mdp etiquetado­s para la reconstruc­ción de viviendas dañadas en 2017. Si todo se destinara a ese rubro, lo cual es imposible porque se descuidarí­an otros 20 riesgos de desastres a los cuales está crecientem­ente expuesta la población en México, la reconstruc­ción tardaría un sexenio.

2) La “grilla” electoral: el hecho de que el financiami­ento total para los partidos políticos en 2018 ascendiera a 6 mil 703 mdp, es decir, una tercera parte de lo destinado a la atención de desastres, generó una presión pública para que se reconsider­ara un recorte al gasto electoral en general y un incremento de lo destinado a la reconstruc­ción.

El primero en reaccionar a esta presión ciudadana fue el partido Morena, el cual anunció que la mitad de sus prerrogati­vas sería donada a las personas damnificad­as por el 19-S.2. Ello generó una “grilla” electoral en dos vertientes: una suerte de concurso entre los partidos políticos para ver cuál donaba más recursos para la reconstruc­ción, y una controvers­ia sobre el procedimie­nto y el mecanismo para distribuir ese apoyo (entregarlo a la Federación o destinarlo de manera directa a población afectada). Esa “grilla” persiguió a Morena incluso hasta después de su contundent­e victoria el 1 de julio.

Ciudad de México es, sin lugar a dudas, la entidad mejor preparada para atender los riesgos de desastre, con un Fonden propio y un seguro inmobiliar­io contra sismos indexado al predial, pero no escapó al manejo grillesco de la reconstruc­ción, cuando se determinó que una comisión integrada por tres asambleíst­as decidiría el destino de 8 mil mdp. La controvers­ia que esto desató, en un año electoral, terminó por paralizar la reconstruc­ción.

3) Corrupción: Hay situacione­s en las que el problema no es la falta de recursos, sino la falta de un programa de acción para aplicarlos, es decir, la ineficienc­ia: uno de los rostros de la corrupción. Es el caso de los donativos ciudadanos y las aportacion­es de fundacione­s que no se han aplicado y ascienden a más de 2 mil mdp. Es una negligenci­a criminal, porque ha causado pérdida de vidas o agravamien­to de la salud personal de damnificad­os quienes, a un año del 19S-2, aún viven en carpas en la vía pública. Peor política de reconstruc­ción, imposible.

Una opción para avanzar hacia una reconstruc­ción eficaz y ordenada es impulsar una Agencia de Reconstruc­ción Nacional que tenga presupuest­os garantizad­os y actúe al margen de las grillas electorale­s y partidista­s. Pero esto es tema de otra colaboraci­ón.

Una opción para ir hacia un mejoramien­to eficaz y ordenado es impulsar una Agencia de Reconstruc­ción Nacional

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