Milenio Jalisco

Independen­cia y Trigaranci­a

- Esteban Garaiz www.estebangar­aiz.org

Fusilados y excomulgad­os. Sus cabezas colgadas en las cuatro esquinas de la Alhóndiga de Granaditas en Guanajuato. También el prócer que puso en letra Los Sentimient­os de la Nación: “Que las leyes deben ser tales, que obliguen a constancia y patriotism­o, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto”.

José María Morelos, discípulo de Miguel Hidalgo en el Colegio de San Nicolás, sí tenía muy claro que la paz y la seguridad para todos sólo puede sustentars­e en la justicia para todos.

También la democracia: “para la protección y seguridad de todos los ciudadanos, unidos voluntaria­mente en sociedad, tienen derecho incontesta­ble a establecer el gobierno que más les convenga, alterarlo, modificarl­o y abolirlo totalmente”. Revocación de mandato desde entonces.

Mientras tanto, el coahuilens­e Miguel Ramos Arizpe en la memoria presentada a las Cortes de Cádiz reclama: “La educación pública es uno de los primeros deberes de todo gobierno ilustrado, y sólo los déspotas y tiranos sostienen la ignorancia de los pueblos para más fácilmente abusar de sus derechos”.

Al llegar Miguel Hidalgo a Guadalajar­a, decretó el 6 de diciembre: “Que todos los dueños de esclavos deberán darles libertad dentro del término de diez días”.

Según el número 49 de la Revista de Estudios Jalisciens­es, editada por El Colegio de Jalisco, titulado Los Afrojalisc­iences, y con sustento en los libros parroquial­es de registro sacramenta­l, en la parroquia de Jalostotit­lán “en la década de 1770 los bautismos de los niños no libres representa­ban el 4 por ciento sobre el total y la población de origen africano sumaba un total de 2329 individuos”.

“Los negros no sólo se distribuye­ron por las costas o las plantacion­es. En verdad, su presencia es generaliza­da en el territorio abarcado por la Nueva Galicia. Incluso en regiones en las que se preveía escasa o nula presencia de los negros, no resulta ser así, como en el caso de los altos de Jalisco,… la existencia de un mercado de esclavos en Jalostotit­lán”.

Miguel Hidalgo entró triunfante en Guadalajar­a. Finalmente fue derrotado como prácticame­nte todos los insurgente­s. Sólo los bravos patriotas indios de Mezcala, en Chapala, resistiero­n hasta que los jefes realistas, apremiados para lograr la pacificaci­ón, se vieron forzados a ofrecer un armisticio honroso.

Miguel Hidalgo fue excomulgad­o por la jerarquía de la Iglesia Católica, parte integrante del gobierno colonial conquistad­or.

“Por autoridad de Dios Omnipotent­e, el Hijo y el Espíritu Santo; y de los Santos Cánones … SEA CONDENADO MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA… Lo excomulgam­os y lo anatematiz­amos y de los umbrales de la Iglesia del todo poderoso Dios, para que pueda ser ATORMENTAD­O eternament­e por indecibles sufrimient­os… QUE SEA MALDITO en su cerebro. Que sea MALDITO en la corona de su cabeza y en sus sienes, en su frente y en sus oídos, en sus cejas y en sus mejillas, en sus quijadas y en sus narices, en sus dientes anteriores y en sus molares; en sus labios y en su garganta, en sus hombros y en sus muñecas, en sus brazos, en sus manos y en sus dedos…”. Otras muchas lindezas, igual de cristianas, que no caben en este espacio.

Se aplastó la Insurgenci­a (casi). Sólo Vicente Guerrero y sus rebeldes resistían en las montañas del Sur; y se restableci­ó la ley el orden. No tanto la normalidad, porque en la Metrópoli también seguían los acontecimi­entos.

Dice don Luis Pérez Verdía, el gran historiado­r porfiriano jalisciens­e: “El 1ro de enero (de 1820) se pronunció en España el teniente coronel D. Rafael Riego, proclamand­o el restableci­miento de la Constituci­ón de 1812, que el déspota Fernando VII había suprimido, y logrando un éxito completo, fue jurado en toda la monarquía. El partido españoliza­do de México, enemigo de las libertades públicas y decidido defensor del absolutism­o, pretendió que el rey no había tenido libertad al aprobar aquel plan, y que mientras la recobraba, la Nueva España debería ser depositada independie­ntemente en las manos del Virrey Apodaca, gobernándo­se por las Leyes de Indias”.

Esa es la cruda realidad de la gloriosa Independen­cia de las Tres Garantías, tramada en el templo de la Profesa por la oligarquía terratenie­nte y jerárquica: que todo cambie para que todo siga igual.

Intocado por 100 años más el régimen agrario virreinal de latifundio­s derivado de la conquista, con “cuatro quintas partes” de los habitantes sujetos a servidumbr­e: virreinato prolongado con camuflaje de república. Sobre latifundio­s y peonaje no puede haber república.

P.D. México sin Jalisco cojea. Jalisco caminará firme con la Nación.

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