Independencia y Trigarancia
Fusilados y excomulgados. Sus cabezas colgadas en las cuatro esquinas de la Alhóndiga de Granaditas en Guanajuato. También el prócer que puso en letra Los Sentimientos de la Nación: “Que las leyes deben ser tales, que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto”.
José María Morelos, discípulo de Miguel Hidalgo en el Colegio de San Nicolás, sí tenía muy claro que la paz y la seguridad para todos sólo puede sustentarse en la justicia para todos.
También la democracia: “para la protección y seguridad de todos los ciudadanos, unidos voluntariamente en sociedad, tienen derecho incontestable a establecer el gobierno que más les convenga, alterarlo, modificarlo y abolirlo totalmente”. Revocación de mandato desde entonces.
Mientras tanto, el coahuilense Miguel Ramos Arizpe en la memoria presentada a las Cortes de Cádiz reclama: “La educación pública es uno de los primeros deberes de todo gobierno ilustrado, y sólo los déspotas y tiranos sostienen la ignorancia de los pueblos para más fácilmente abusar de sus derechos”.
Al llegar Miguel Hidalgo a Guadalajara, decretó el 6 de diciembre: “Que todos los dueños de esclavos deberán darles libertad dentro del término de diez días”.
Según el número 49 de la Revista de Estudios Jaliscienses, editada por El Colegio de Jalisco, titulado Los Afrojalisciences, y con sustento en los libros parroquiales de registro sacramental, en la parroquia de Jalostotitlán “en la década de 1770 los bautismos de los niños no libres representaban el 4 por ciento sobre el total y la población de origen africano sumaba un total de 2329 individuos”.
“Los negros no sólo se distribuyeron por las costas o las plantaciones. En verdad, su presencia es generalizada en el territorio abarcado por la Nueva Galicia. Incluso en regiones en las que se preveía escasa o nula presencia de los negros, no resulta ser así, como en el caso de los altos de Jalisco,… la existencia de un mercado de esclavos en Jalostotitlán”.
Miguel Hidalgo entró triunfante en Guadalajara. Finalmente fue derrotado como prácticamente todos los insurgentes. Sólo los bravos patriotas indios de Mezcala, en Chapala, resistieron hasta que los jefes realistas, apremiados para lograr la pacificación, se vieron forzados a ofrecer un armisticio honroso.
Miguel Hidalgo fue excomulgado por la jerarquía de la Iglesia Católica, parte integrante del gobierno colonial conquistador.
“Por autoridad de Dios Omnipotente, el Hijo y el Espíritu Santo; y de los Santos Cánones … SEA CONDENADO MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA… Lo excomulgamos y lo anatematizamos y de los umbrales de la Iglesia del todo poderoso Dios, para que pueda ser ATORMENTADO eternamente por indecibles sufrimientos… QUE SEA MALDITO en su cerebro. Que sea MALDITO en la corona de su cabeza y en sus sienes, en su frente y en sus oídos, en sus cejas y en sus mejillas, en sus quijadas y en sus narices, en sus dientes anteriores y en sus molares; en sus labios y en su garganta, en sus hombros y en sus muñecas, en sus brazos, en sus manos y en sus dedos…”. Otras muchas lindezas, igual de cristianas, que no caben en este espacio.
Se aplastó la Insurgencia (casi). Sólo Vicente Guerrero y sus rebeldes resistían en las montañas del Sur; y se restableció la ley el orden. No tanto la normalidad, porque en la Metrópoli también seguían los acontecimientos.
Dice don Luis Pérez Verdía, el gran historiador porfiriano jalisciense: “El 1ro de enero (de 1820) se pronunció en España el teniente coronel D. Rafael Riego, proclamando el restablecimiento de la Constitución de 1812, que el déspota Fernando VII había suprimido, y logrando un éxito completo, fue jurado en toda la monarquía. El partido españolizado de México, enemigo de las libertades públicas y decidido defensor del absolutismo, pretendió que el rey no había tenido libertad al aprobar aquel plan, y que mientras la recobraba, la Nueva España debería ser depositada independientemente en las manos del Virrey Apodaca, gobernándose por las Leyes de Indias”.
Esa es la cruda realidad de la gloriosa Independencia de las Tres Garantías, tramada en el templo de la Profesa por la oligarquía terrateniente y jerárquica: que todo cambie para que todo siga igual.
Intocado por 100 años más el régimen agrario virreinal de latifundios derivado de la conquista, con “cuatro quintas partes” de los habitantes sujetos a servidumbre: virreinato prolongado con camuflaje de república. Sobre latifundios y peonaje no puede haber república.
P.D. México sin Jalisco cojea. Jalisco caminará firme con la Nación.