Rastros de adicción
Hemos aceptado colectivamente como sociedad que la mariguana no es adictiva. Hace unas semanas la revista The Atlantic publicó evidencia de adicciones por el consumo de la mariguana como sustancia recreativa legalizada. El reportaje ha tenido mucho interés porque es la primera publicación liberal de buena reputación que advierte que la mariguana puede ser adictiva.
El análisis de The Atlantic se basa en experiencias anecdóticas de usuarios, opiniones de médicos respetados e incrementos en ventas legales. Es importante recalcar para ambos lados del argumento que no existen estudios médicos concluyentes sobre la posible adicción de la mariguana. No existen los estudios porque al haber sido una sustancia prácticamente universalmente ilegal, los hábitos de consumo en la población general apenas se están desarrollando.
Ha sido común escuchar sobre la cannabis el argumento que puede generar una dependencia habitual, pero no existe la dependencia química que hay con el alcohol, el tabaco y las drogas sintéticas. Las opiniones médicas en el reportaje desacreditan este argumento y apuntan al fortalecimiento de la yerba para aumentar sus efectos como la razón por la cual están viendo evidencia en sus pacientes de una dependencia química. La mariguana actual llega a tener una composición de hasta 90 por ciento de tetrahydrocannabinol, el compuesto que le da sus efectos, un porcentaje múltiples veces más alto del que contenía hace décadas. En otras palabras, si un hippie de los sesentas consumiera mariguana de 2018, el efecto sería mucho mayor al que estaba acostumbrado.
Igual de consecuentes que la dependencia química, son las consecuencias en la vida de los usuarios que reportan aumento drástico de peso, pérdida de interés en el trabajo y las relaciones sociales y una incapacidad para llevar a cabo lo que eran sus vidas ordinarias antes de iniciar el consumo legal de la mariguana.
Uno de los elementos más relevantes del reportaje es que contradice la expectativa que se tiene de la legalización y socialización (aceptación social del consumo) de la mariguana. Se esperaba que no afectaría las vidas de quiénes adoptaran su consumo legalmente. Se supone que es una opción “más saludable que el alcohol” y resulta que quizás no lo sea. Después de investigar objetivamente, les puedo compartir que simplemente no se sabe.
Entonces ¿Quién propagó toda la campaña para legalizar la mota y por qué? Primero tenemos a los gobiernos. La recaudación de impuestos sobre el alcohol es enorme, el legalizar la mariguana y poder incorporar esa industria a la economía formal es un atractivo considerable, por lo menos suficiente para dejar de bloquear a la iniciativa privada. Luego están los intereses particulares. No hay duda que la mariguana tiene una enorme afición y quién la consumía siendo ilegal buscaba la aceptación social, acceso práctico y en el caso de los que tienen un espíritu empresarial, la posibilidad de lucro.
El otro elemento importante en el reportaje es que es más señalada la adicción en lugares que se ha legalizado cuando se suponía que sería lo contrario. Tenemos un efecto, pero desconocemos si es porque es más socialmente aceptable reportar una adicción en donde es legal, si el acceso fácil ha incrementado el potencial adictivo, si los controles del contenido de THC no son los adecuados, si hay algo en los usuarios que solo adoptan la mariguana cuando es legal que los hace más susceptibles a la adicción o si es completamente otra cosa. Simplemente no sabemos, pero como existe un interés económico detrás de legalizarla, han preferido descubrirlo después.
m