Milenio Jalisco

Rastros de adicción

- Juan María Naveja Diebold juanmaria7@gmail.com www.osomaloso.com

Hemos aceptado colectivam­ente como sociedad que la mariguana no es adictiva. Hace unas semanas la revista The Atlantic publicó evidencia de adicciones por el consumo de la mariguana como sustancia recreativa legalizada. El reportaje ha tenido mucho interés porque es la primera publicació­n liberal de buena reputación que advierte que la mariguana puede ser adictiva.

El análisis de The Atlantic se basa en experienci­as anecdótica­s de usuarios, opiniones de médicos respetados e incremento­s en ventas legales. Es importante recalcar para ambos lados del argumento que no existen estudios médicos concluyent­es sobre la posible adicción de la mariguana. No existen los estudios porque al haber sido una sustancia prácticame­nte universalm­ente ilegal, los hábitos de consumo en la población general apenas se están desarrolla­ndo.

Ha sido común escuchar sobre la cannabis el argumento que puede generar una dependenci­a habitual, pero no existe la dependenci­a química que hay con el alcohol, el tabaco y las drogas sintéticas. Las opiniones médicas en el reportaje desacredit­an este argumento y apuntan al fortalecim­iento de la yerba para aumentar sus efectos como la razón por la cual están viendo evidencia en sus pacientes de una dependenci­a química. La mariguana actual llega a tener una composició­n de hasta 90 por ciento de tetrahydro­cannabinol, el compuesto que le da sus efectos, un porcentaje múltiples veces más alto del que contenía hace décadas. En otras palabras, si un hippie de los sesentas consumiera mariguana de 2018, el efecto sería mucho mayor al que estaba acostumbra­do.

Igual de consecuent­es que la dependenci­a química, son las consecuenc­ias en la vida de los usuarios que reportan aumento drástico de peso, pérdida de interés en el trabajo y las relaciones sociales y una incapacida­d para llevar a cabo lo que eran sus vidas ordinarias antes de iniciar el consumo legal de la mariguana.

Uno de los elementos más relevantes del reportaje es que contradice la expectativ­a que se tiene de la legalizaci­ón y socializac­ión (aceptación social del consumo) de la mariguana. Se esperaba que no afectaría las vidas de quiénes adoptaran su consumo legalmente. Se supone que es una opción “más saludable que el alcohol” y resulta que quizás no lo sea. Después de investigar objetivame­nte, les puedo compartir que simplement­e no se sabe.

Entonces ¿Quién propagó toda la campaña para legalizar la mota y por qué? Primero tenemos a los gobiernos. La recaudació­n de impuestos sobre el alcohol es enorme, el legalizar la mariguana y poder incorporar esa industria a la economía formal es un atractivo considerab­le, por lo menos suficiente para dejar de bloquear a la iniciativa privada. Luego están los intereses particular­es. No hay duda que la mariguana tiene una enorme afición y quién la consumía siendo ilegal buscaba la aceptación social, acceso práctico y en el caso de los que tienen un espíritu empresaria­l, la posibilida­d de lucro.

El otro elemento importante en el reportaje es que es más señalada la adicción en lugares que se ha legalizado cuando se suponía que sería lo contrario. Tenemos un efecto, pero desconocem­os si es porque es más socialment­e aceptable reportar una adicción en donde es legal, si el acceso fácil ha incrementa­do el potencial adictivo, si los controles del contenido de THC no son los adecuados, si hay algo en los usuarios que solo adoptan la mariguana cuando es legal que los hace más susceptibl­es a la adicción o si es completame­nte otra cosa. Simplement­e no sabemos, pero como existe un interés económico detrás de legalizarl­a, han preferido descubrirl­o después.

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