CUMPLE MAMA A.C. TRES DÉCADAS
Organización única entre la filantropía tapatía
Dice la teología cristiana que la vida de algunos humanos, inmersos en grandes crisis, puede presentar momentos excepcionales en que se manifiesta una verdad superior, con la clarividencia de un axioma matemático: incontrovertible, diáfano y fundamental. El pensamiento antiguo le llamaba “epifanía”, una especie de iluminación divina que va del “toma y lee” de las confesiones agustinianas a la ceguera y la caída del caballo paulino en el camino a Damasco. Su impacto emocional es tan poderoso, que tiene efectos duraderos sobre el resto de la trayectoria terrenal del sujeto de tan extrema experiencia.
Sea o no cierto, al mairo (tutor) Rafael Marcelino Espinoza Martínez, de 43 años, el encuentro le ocurrió en dos ocasiones: la primera, no pasaba diez años de edad, y su estado físico era lamentable por la fuerte adicción a las drogas con que lidiaba en las calles contiguas a la Vieja Central Camionera, por donde deambulaba desde los cinco años, lejos de su natal Zamora y de cualquier cosa parecida a un hogar. “Ese muchacho no va a pasar de los 12 años”, escuchó a unos parroquianos. Nunca olvidó esa anticipada sentencia de muerte. A los 21 años ya había superado el término fatal, había logrado estudiar y abrirse paso en la vida gracias a su mairo Rogelio Padilla y su singular organización, MAMA A.C. (Movimiento de Apoyo a Menores Abandonados), que hoy festeja 30 años de vida, con la ausencia física de su fundador. Pero Rafa no había abandonado completamente los enervantes: entonces se enteró de que sería padre, y la cura fue total. “No quería ser para mi hijo lo que había sido mi padre para mí, que había tenido siempre problemas con alcohol”, reflexionó.
Ahora tiene ya más de media vida “limpio” y regresó a MAMA A.C.; su conocimiento de los fallidos “paraísos artificiales” le es muy valioso cuando trabaja por las calles buscando los casos difíciles, esos niños que se refugian en la evasión psicotrópica de las miserias de la existencia, como le sucedió en su azarosa infancia. “Ya sé qué efecto les pasa, cuánto tiempo durarán en euforia, cuánto bajarán de peso y de qué modo pasarán la desesperación de la abstinencia”. La calle es peligrosa, los niños son desconfiados, los grupos criminales siempre están al acecho, y la policía se convierte en otro enemigo latente. En esas aguas revueltas y turbias, el mairo Rafa, un viejo superviviente, buscar pescar futuros hombres y mujeres.
La clave es el estudio
Susana López Paredes, de apenas 19 años, llegó hace nueve, y la institución la rescató de la postración en que quedó su familia tras la separación de sus padres. “Vivíamos con mi mamá, y después fue que mis papás se separaron, como a los diez años, yo por ser mayor