La prensa en la cuarta
Sí, los protagonistas de la cuarta transformación son, sin duda, los políticos. Vaya entuerto para ellos el poder cambiar al país con las mismas condiciones, es como si te ganaras la lotería pero el premio mayor fuera un costal de problemas. Así la política en México.
Y, sin duda, el entuerto merece crítica. El periodismo debe poner luz ante los engaños o errores de los gobernantes. El caso de los cuerpos amontonados en camiones refrigerantes es un claro ejemplo. Los cuestionamientos a la dignidad humana y el trato digno a fallecidos se pusieron en la mesa de discusión a partir del descubrimiento, pero el problema es más añejo.
¿Nadie se dio cuenta que las instalaciones del SEMEFO se convertirían insuficientes para lograr albergar tanto muerto sin identificar? O, lo más importante ¿En qué momento se desató la violencia a niveles donde una morgue se vuelve pequeña?
Si la prensa no hace eco del horror y la estupidez de la medida, probablemente los responsables continuarían en sus sitios, en espera de mejores condiciones para retornar a los puestos de poder.
La despedida de Aristóteles Sandoval se ve manchada por medidas que, esperaría, caen fuera de su conocimiento. Así, en el mismo camino, debe pasar con otros dislates de últimas fechas.
Poco a poco, los datos para continuar con la construcción del Nuevo Aeropuerto de México se apilan para enterrar el proyecto de Santa Lucía. Jiménez Espriú ha decidido ser cauto y hasta evasivo con los medios para no hundirse más en la terca propuesta que, hoy, parece solo prosperaría por la necedad de su jefe o el alud de exigencias de quienes participen en la consulta popular.
Si eso sucede con los políticos, los medios no se salvan. El cambio de guardia entre columnistas pro gobiernistas y opositores los retrata en su justa dimensión y equivalencias.
Si un periodista de esos que les llaman “del sistema” -Ricardo Alemán o Carlos Marín, por decir dos de los nombres con mayor número de críticas por parte de los cercanos al Presidente Electohubiera sido asesores (con o sin sueldo) de una campaña política y, tras de ella, realizarán entrevistas con un miembro de la “mafia del poder”, ¿Cuál sería la reacción de los opositores?
Exactamente algo así pasó esta semana, pero lo vendieron como algo natural y transparente.
Parece ser que la transformación mediática es de salto mortal ensayado con Lampedusa. Gatopardismo al por mayor o el medicamento milagro que no es más que otro placebo, solo otro más.