Periodismo herido de muerte
Los diarios en el mundo están agonizando, las empresas de medios buscan con urgencia cómo sobrevivir en una era en la que la información circula por redes sociales y la dictadura del clic obliga a homogeneizar las redacciones.
Los multimillonarios salen a comprar medios masivos de comunicación (Jeff Bezos The Washington Post, Marc Benioff y su esposa Lynne la revista Time, Carlos Slim invierte en The New York Times) y las empresas de publicidad abandonan el papel y migran a las redes sociales y al mundo digital.
A ese paso, pronto el dilema no será como lo ve nuestro futuro presidente Andrés Manuel López Obrador, entre una prensa fifí y otra prensa libre, crítica e independiente, sino entre los medios que sobrevivirán y aquellos que no.
Si en la coyuntura histórica mexicana estamos ante un cambio de era con la llegada de la “cuarta transformación” y el gobierno de Morena, en cuanto a información también enfrentamos un cambio total de época.
Quien asistió a la discusión de esta semana en Twitter entre León Krauze y Hernán Gómez, Gibrán Ramírez, Gerardo Esquivel, Luis Hernández Navarro o Carlos Bravo Regidor sobre el papel de los medios en la transición pudo quedarse con la impresión de que el periodismo en México está en crisis y sí lo está, pero por otros motivos, sin relación con la comentocracia.
No somos ajenos al debate sobre el modelo de negocios que desvela a propietarios y administradores para mantener con vida a los medios, pero a los periodistas nos toca sobre todo seguir en búsqueda de la exclusiva, de la revelación, de develar los secretos del poder, de la construcción colectiva del espacio público.
Y es ahí donde muchos colegas pierden el hilo, porque si bien hay decenas de redes sociales y múltiples canales para distribuir información, el periodismo y la noticia solo tienen sentido en el espacio público, en la esfera pública de que hablaba Jürgen Habermas.
Hasta hoy el único espacio masivo alterno a los medios masivos donde se dan discusiones públicas ha sido Twitter, que, si bien como empresa está en quiebra como tribuna pública, ha sido una revolución social.
Si somos incapaces de acudir a esos foros en la web, si no entendemos cómo la tecnología y los datos impactan nuestra labor periodística, si no aprendemos y practicamos las nuevas narrativas digitales, es claro que nuestro periodismo pronto agonizará.
No está en crisis el periodismo ni los medios (de hecho no existe eso que algunos llaman aún los “medios tradicionales”, pues todos están en proceso de cambio), lo que se está transformando es el mundo y solo sobrevivirá quien sepa leerlo.
La esencia de nuestra labor no cambia, pero sí deben hacerlo nuestras herramientas.
La grabadora potenció al lápiz y la libreta, la cámara digital a las viejas réflex, el smartphone a los móviles; ahora son las redes sociales las que amplían nuestro alcance como reporteros.
Digámosle adiós sí, a aquellos medios que no entiendan a sus lectores, porque sí colegas, perdón, pero muchos de ustedes no llegarán a la otra orilla si no entienden el mundo en que viven.
A todos aquellos que piensan que la llegada de internet, las redes sociales y las nuevas narrativas ya desbancaron a los medios tradicionales les tengo malas noticias: no ha nacido la generación que vea cerrar diarios en México.
A pesar de que compartimos tendencias mundiales y muchos diarios comienzan a perder lectores, como ocurre en otras partes, en el contexto mexicano los diarios aún son fundamentales en la construcción de la opinión pública, más incluso que cualquier medio electrónico.
Los principales periódicos modelan la opinión, permiten que los actores contrasten narrativas y refuercen identidades políticas. Sus primeras planas son esenciales en la discusión pública, al igual que sus columnas y sus páginas de opinión.
Si bien hay medios nativos digitales que se han abierto paso de forma significativa, Animal Político es uno de ellos, como sociedad aún no existe un sustituto de esa esfera pública que conforman los medios masivos de comunicación, en especial los impresos, definida por Habermas.
Si uno juzgara solo por los corifeos de Morena, en unos meses ya no quedaría prensa en este país y pronto desaparecerá todo aquello que tenga trazos de crítica al nuevo gobierno y sus personajes.
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